martes, 5 de febrero de 2013

De lo que saben los ciudadanos

De madrugones, de prisas, de tráfico imposible, de niños que hay que vestir corriendo porque llegan tarde al colegio. De nóminas que menguan, de facturas que crecen, de vidas que se van pasando corriendo tras un Dorado inalcanzable. De miedo a perder su empleo, de cansancio por no encontrarlo. De angustias porque hay que esperar mucho para la cita con el médico especialista y uno sigue con achaques. De pena por ver cada día al abuelo más abuelo y a los niños más hombres. De temor por esos chicos que se van a divertir un sábado y Dios sabrá a qué hora vendrán y cómo. De conversaciones de noche, en la intimidad del matrimonio sobre ese familiar al que tienes que echar un cable. De apreturas, de privaciones, de la pérdida de la inocencia sobre una democracia que cada día nos defrauda más. De ese esfuerzo que hay que hacer para sacar la empresa adelante y que nos piden los jefes a diario. De contratiempos, de desesperanza, de bocadillos envueltos en cuartillas en la oficina. De desconfianza total en quienes nos gobiernan y de los políticos en general. De un sueldo que se estira para llegar al fin de mes. De achaques en la espalda por tantas horas frente al ordenador o en la obra. De vacaciones que se acortan, de veraneos en el pueblo con los abuelos porque esto es lo que se puede hacer ahora. De un tiempo cada vez más para el trabajo y menos para uno mismo. De la vida, que es una y se va en un suspiro.



Pero de sobres, de contabilidad B, de la porquería que rodea a los partidos políticos de cualquier signo, no. De eso los ciudadanos no tenemos ni pajolera idea. Refrán:Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella. (Joan Báez).