martes, 1 de septiembre de 2009

El hecho diferencial del café y el agua

Vacaciones en Barcelona: Gaudí, Dalí, Picasso, modernismo, arquitectura y algo de playa. No puedo poner ni un sólo pero al destino. Al final, el último café antes de tomar el AVE con destino a Madrid me abrió los ojos sobre un hecho diferencial que yo desconocía. Pedí un descafeinado en una cafetería del centro y la conversación fue la siguiente:

--¿Me pone un descafeinado?

--Aquí, el café lo ponemos de verdad o no lo ponemos. Y el café sólo se sirve con leche, cortado o solo.

Tras pedir un cortado, no sin cierto asombro, solicité una botella de agua mediana para consumir durante el viaje. Y ésta fue la respuesta:

--Aquí sólo tenemos un tipo de botella de agua. Si tuviéramos que tener una botella de agua para cada necesidad nos haríamos un lío. Como usted es de otro país no lo puede entender...

Entonces caí en la cuenta de que el problema era que el descafeinado, la botella mediana de agua y me imagino que mi castellano me habían delatado ante el amable camarero, que me puso los pies sobre la tierra.

Ahora siento muchísimo lo que hice. Me fui sin invitarle a un café a ese señor y charlar un rato con él amigablemente. Me largué sin cambiarle mi boina por su barretina. Me despedí con una frase hecha sin hacerle ver que charnegos o inmigrantes somos todos cuando viajamos. Que los extremeños que trabajan allí son legión. Que en una ciudad tan cosmopolita como Barcelona ese (mal)trato al turista es una auténtica catetada. Refrán: Manden unos, manden otros, los tontos siempre somos nosotros.