martes, 19 de febrero de 2008

¡Y YO CON ESTOS PELOS!

Pelos. Pelos en el lavabo y pelos en el suelo. Pelos en la garganta y en los besos. Pelos engarzados en los labios del recuerdo. Pelos en las tostadas, al levantarse del sueño. Pelos que son una advertencia en el toallero. Pelos encaracolados como los de un cantaor flamenco. Pelos que adornan el brillo de los espejos. Pelos en la cama, después de varias horas de besos. Pelos en los rincones donde se nos quedan presos. Pelos cuando te has ido y lo dejas todo lleno (de pelos). Pelos de contrabando que se prenden en el cuerpo. Pelos delatores de una traición al deseo. Pelos envasados al vacío entre cada desencuentro. Pelos testigos del principio de un verso. Pelos para dar y tomar en las esquinas del viento. Pelos en los cristales de las gafas, miopes y pequeños. Pelos que me recuerdan que te espero. Pelos en las almohadas, delgados y sinceros. Pelos cuando abro las ventanas del tiempo. Pelos nuestros de cada día, siempre turbulentos. Malos pelos en mi cara como zarcillos negros. Pelos en la paleta del pintor y en un cuadro moderno. Pelos que son medicina contra el miedo. Pelos en las paredes como un amor en el recuerdo. Pelos en el suelo de la casa de un barbero. Pelos para los calvos, entre la realidad y el deseo. Pelos para parar un barco en el pozo del silencio. Pelos tuyos y míos en la blanca arena del desierto. Pelos que son un testigo de tu leve paso por mi cuerpo. Pelos de pestañas que sirven para pedir un deseo. Pelos a cada paso en mi apartamento. ¿Son míos? ¿Son tuyos? ¿Del vecino? ¿Son nuestros? Refrán: Si hay pelos seguro que tu vida no es un desierto .