martes, 24 de marzo de 2015

Carta abierta a Anna Allen

Querida Anna Allen: No voy a hacer leña del árbol caído como sería lo más fácil. No soy ni especialista en conducta, ni psicólogo. Todos saben que nunca justifico la mentira, ni siquiera las piadosas. Pero en un mundo como el audiovisual donde la inmediatez del reconocimiento es una exigencia, tu pecado se me antoja venial, muy en consonancia con los tiempos que corren, ahora que lo que importa no es que te conozcan, sino que te reconozcan. Recuerdo a aquella actriz que vino a los premios San Pancracio, con una mirada tímida y llena de fulgor a la vez. ¿Qué queda de la Anna Allen que se encerraba a estudiar su papel de Antígona antes de salir a escena en Mérida? Sin duda ser una actriz de primera fila en este país es un calvario. Pero elegiste subir a la cumbre por los atajos más sombríos, que no son tampoco un camino de rosas. Has sido portada de Playboy. Al menos eso era real. ¿O había Photoshop como en tus fotos de Hollywood? Ahora hay voces que claman para que acudas a una nueva edición de 'La isla de los famosos' de Tele 5. Incluso se dice que ya hay importantes cifras de dinero sobre la mesa. Permíteme darte un consejo: no lo cojas. Sé que pasarse la noche estudiando guiones es duro. Hacer giras de teatro es difícil, sí. Pero no te dejes seducir por el rápido y fácil 'lado oscuro' de la fama. Sería tirar a la basura todo tu esfuerzo, toda la belleza de tus ojos como tizones encendidos, de tu perfil de heroina griega. No mates a la inocente Anna Allen primigenia. Ni creas que mostrando carne en esa isla tu carrera se va a relanzar. No nos gustaría que fueras otra muñeca rota en la espantosa galería de 'freaks' televisivos de este país. Refrán: Cría fama y acuéstate a la cama.