martes, 22 de enero de 2019

Plataformas

Somos la tierra de las plataformas. Y sé que soy políticamente muy incorrecto poniendo la lupa sobre ellas. Pero lo cierto es que cada vez que aflora un proyecto, de cualquier tipo, aparece un conjunto de ciudadanos que se opone. Siempre hay algo que salvar, algo que se extingue, algo que proteger… Gracias a las plataformas ciudadanas se evitan los desmanes de los poderosos o de los políticos, y se preserva el medio ambiente. Pero muchas veces me pregunto sobre la representatividad de ellas, de cuántas personas están detrás y de qué intereses son los que realmente mueven a esos probos ciudadanos en sus demandas.
No nos engañemos. Tras muchas de esas agrupaciones ciudadanas suelen estar las intenciones más o menos veladas de los partidos políticos y otros grupos de presión. Una plataforma puede estar formada por un par de ciudadanos avezados en la relación con los medios de comunicación, que en muchas ocasiones nos convertimos en altavoces involuntarios –o no-- de intereses partidistas o particulares. Creo que es necesario un equilibrio al respecto y ser muy cautos a la hora de dar bombo a unas o a otras. Si los intereses de las plataformas triunfaran siempre no evolucionaríamos. Nos habríamos quedado en la puerta de la cueva ancestral, viviendo felices, en un medio ambiente perfectamente conservado y tapándonos con pieles… Uy, pieles no, que hay que proteger la fauna… Bueno, pues con lino… Uy, no, lino no, que las fábricas textiles contaminan… Pues con plástico, uf, no que el plástico es canceroso… Y así hasta el infinito.

En conclusión, las plataformas son necesarias y cumplen una función. Pero creo que no todas tienen el mismo peso y que si las tenemos siempre en cuenta Extremadura se quedará excluida de cualquier tipo de progreso económico, como la gran olvidada que es en la actualidad. Refrán: Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos. (Ortega y Gasset).