miércoles, 24 de abril de 2019

Vivir a Cristo a través del teléfono móvil

Para que una liturgia cambie tiene que convocarse un Concilio Vaticano. Para que lo haga la experiencia humana ante manifestaciones divinas no tanto, pero sí es preciso una mutación del paradigma tecnológico como la que ha sucedido.

Comencé a darme cuenta de que esto era así tras la muerte de Juan Pablo II, el 2 de abril de 2005. Las portadas de los periódicos se llenaron al día siguiente de una imagen inusual: el cuerpo de Karol Józef Wojty?a era presentado ante los fieles, que inmortalizaban su último viaje con sus teléfonos móviles. Aquel grito de ¡Santo súbito! fue amplificado por las miles de imágenes que se difundieron como la pólvora por todo el mundo casi al instante. Facebook había nacido un año antes y aún no tenía la fuerza actual, pero ya se barruntaba que algo estaba cambiando para siempre.

Hoy en día no existe procesión que no sea acribillada a fotografías y vídeos. Todos llevamos dentro cierta alma de director de cine y queremos atrapar la belleza de los instantes que se viven en Semana Santa y guardarlas en nuestro bolsillo eternamente.

Yo me pregunto si de alguna manera al estar pendiente de la tecnología abandonamos el verdadero significado que tienen las imágenes y pasos de Semana Santa. Nos afanamos en enviar a Twitter nuestra foto y comentario y dejamos de lado el profundo mensaje de amor y entrega que se nos está regalando a pie de calle.

He visto devotos más pendientes del selfi (que es legítimo y hasta comprensible) que de otra cosa. Y eso puede desvirtuar esa línea directa con lo trascendente que se establece con los fieles que asisten a una procesión. Y después me pregunto qué se hace con tanto material. Clasificarlo, editarlo, montarlo, comentarlo... todo ello requiere después muchísimo tiempo, del que desgraciadamente no todos disponemos.

Parece mentira que busquemos una experiencia de Cristo vicaria, cuando la tenemos ante nuestros ojos y no necesitamos de ningún teléfono para recibir este mensaje de amor. Refrán: La Semana Santa por abril hace el año gentil