jueves, 9 de febrero de 2023

El año del cometa verde

Julio Verne en su novela El Rayo Verde cuenta el periplo de un adolescente en busca de un raro fenómeno atmosférico. En determinadas latitudes el último rayo de sol perpendicular al mar se filtra a modo de prisma y, en vez de ser amarillo, se torna verde al mezclarse con el agua marina. Al final, después de una serie de fracasos el joven prefiere besar en ese instante irrepetible a la mujer que conoció en su viaje en vez de contemplar ese prodigio de apenas un segundo de duración. Me he acordado de esa novela estos días saliendo a buscar el cometa verde que ha surcado nuestros cielos.

El C/2022 E3 (ZTF) ha pasado a 42 millones de kilómetros. No tiene cola, pero sí emite una curiosa luz de color fosforescente. Solo pasa cada 50.000 años y me siento afortunado de haberlo podido contemplar. Auténticos expertos en este arte de la astrofotografía son Lorenzo Cordero, a la sazón fotógrafo de esta casa y el periodista Diego J. Casillas, quien con su magisterio me dio en Malpartida de Cáceres algunas nociones de fotografía nocturna. No quiero engañarles, no es fácil fotografiar un cometa. Hace falta equipo (cámara profesional, trípode, intervalómetro), aplicaciones para conocer la posición en el cielo de las estrellas y otras para encontrar la hiperfocal, algo así como la distancia perfecta donde todo está enfocado, incluido el infinito. También hacen falta conocimientos de velocidad, apertura de diafragma y sensibilidad. Aun así tuve que ir un par de noches al rodeo cacereño para conseguir una imagen digna. No obstante, vale la pena. Ser ‘cazador de cometas’ es alto totalmente sostenible, y te hace que te hagas las famosas preguntas vitales: Quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos. También recordé aquella canción de Miguel Ríos titulada ‘El año del cometa’, cuando el Halley pasó cerca de la tierra: El año del cometa, mi vida solo es delirio y soledad. El mundo gira en un vértigo demencial.