martes, 24 de noviembre de 2009

Carné de conducir

Lo de sacarse el carné de conducir se está poniendo cada vez más difícil. Y si no que se lo digan a la mujer surcoreana que aprobó el teórico tras 950 intentos hace unas semanas. Es preciso aclarar que Cha Sa-soon --que así se llama la aspirante a conductora-- tiene 68 años y que superar esta prueba, a su edad, es digno de reconocimiento. Lo curioso es que en la prueba 950, sacó tan sólo la nota mínima para aprobar, con lo cual habría que plantearse qué papel jugó el azar en ese aprobado. La abuela surcoreana empezó a presentarse ante el tribunal en el año 2005 todos los días, salvo festivos y fines de semana. El total de la inversión de esta simpática señora ha sido de 5.800 euros. Al parecer ha afirmado: "No podía dejarlo a medio camino por los esfuerzos ya invertidos". La anciana necesita ahora superar el examen práctico, por lo que ha comenzado las lecciones correspondientes y se muestra confiada en aprobarlo con más facilidad que la prueba teórica. Moral no le falta. Ni inconsciencia a esta señora.
Recuerdo mi examen práctico de conducir hace ya tres décadas y hasta los motes de algunos examinadores. Y también que durante el examen el señor de Tráfico me dijo: "Cuando pueda gire a la izquierda". Las dos calles siguientes estaba prohibido efectuar esta maniobra, así que aquella prueba más que de conducción era de prestar bien atención a lo que te decían y tener sentido común. Ojalá lo apliquemos todos los conductores cada día y se pueda reducir la cifra de accidentes y fallecidos.
Y esperemos que Cha Sa-soon no protagonice un remake de Sor Citröen. Refrán: El mejor automovilista es el que conduce con imaginación. Imagina que su familia va siempre a su lado.

martes, 17 de noviembre de 2009

Imagen de Extremadura

Extremadura ha vuelto a los informativos de prime time y a los periódicos de tirada nacional. Como siempre lo ha hecho por malas noticias, tanto por intención como por contenido. La verdad es que estoy harto de esta visión tópica y reducida que se da de la región fuera de ella. Sencillamente porque es falsa. Y me molesta profundamente porque no soy extremeño y veo lo injusto que es ese tratamiento. En esta región las personas no se dedican a apalear burros, ni se ofrecen lecciones públicas de onanismo a los jóvenes. Sin embargo, es la imagen que al final va a quedar agazapada en los pliegues de las meninges de los ciudadanos del país tras estas dos semanas. Ni los andaluces somos vagos, ni los catalanes comerciantes, ni los extremeños rurales y agrestes. La simplificación es siempre injusta y en este caso muy casposa.
¿A quién le interesa que Extremadura dé esa imagen? Pues a todos los señoritos cortijeros que durante años han vivido tranquilos porque aquí no se levantaba cabeza. No podemos seguir haciéndoles el caldo gordo . Pido un puñetazo en la mesa para acabar con esto.
Es muy triste que cuando hablo con otros compañeros de Madrid o Barcelona sólo me pregunten por Puerto Hurraco o el botellón. En Galicia, por ejemplo, ha habido crímenes rurales aún más aberrantes, pero los medios los han olvidado ya. ¿Por qué?
Y ojo, no digo que todo en esta región vaya como una boda. Existen problemas como el paro y la cultura de la soba boba que son lastres muy importantes. Pero de ahí a sólo informar cuando pasa algo malo hay un abismo. Refrán: A palabras necias, oídos sordos.

martes, 10 de noviembre de 2009

Número oculto

Ahora que los políticos se tiran los trastos a la cabeza sobre la privacidad de las líneas telefónicas quisiera manifestar mi malestar con eso que se llama "número oculto". Desde hace unas semanas me llaman todos los días a través de ese sistema. La verdad que al principio no cogía el teléfono, pero fue tal la insistencia de quien hacía la llamada que descolgué el móvil. Mal asunto: cortaban nada más escuchar mi voz. Aquello empezó a escamarme. Además, las llamadas eran a horas intempestivas: las tres y media de la tarde, las diez de la noche, las ocho y media de la mañana...
Después, curiosamente, sólo se escuchaban una especie de jadeos femeninos, lo cual excitó mi imaginación a la par que mi irritación. Finalmente, mi interlocutor contestó. Era un hombre de voz grave.
--¿La señorita Virginia Ruano por favor?
--No mire, deben haberse equivocado porque evidentemente no soy yo. Por favor, dejen de llamarme.
--Disculpe, señor, le borraremos de nuestras bases de datos.
Pues menos mal que me borraron, porque al día siguiente me empezaron a llamar mañana y tarde. Me di cuenta que los supuestos jadeos femeninos eran debidos a algún error de la centralita automática desde donde partía la llamada. Hace un par de días le expliqué por enésima vez que yo no soy Virginia Ruano y me atreví a preguntarle que por qué querían localizarla y que si era de Cáceres. "Lamentamos no poder ofrecerle ese tipo de información, ya que es confidencial", me contestaron. Y me sigo preguntando por qué están permitidas en este país las llamadas con número oculto, método vil y torticero. Refrán: A quien te engañó una vez, jamás le has de creer.

domingo, 8 de noviembre de 2009

CIUDAD (Historia para un vídeoclip)

Una ciudad se ve a lo lejos. Poco a poco nos vamos acercando, a cada golpe de batería, a los detalles urbanos, que aparecen por un segundo para después volver a la historia. Un grupo de personas en un carruaje se acerca. Los conduce un chico misterioso con un gorro peruano. El carro va despacio y sus pasajeros miran a un lado y a otro. Mientras cruzan un puente sobre el Guadiana, se van pintando la cara de blanco. Después le llega el turno a los ojos, a las manos, al pelo. Cada golpe de batería es un busto del museo de arte romano, cuya imagen dura tan sólo un segundo. Esculturas y fugaces rostros pintados se alternan al ritmo de la música. Todos se van vistiendo de payasos o malabaristas, siempre con símbolos peruanos, como ponchos, flautas de pan... Es un circo ambulante que llega a Mérida a presentar su humilde espectáculo. Buscan un solar inhóspito y lo llenan de vida, actuaciones y juegos. Los emeritenses los miran extrañados. Cada golpe de batería sigue siendo una escultura romana y ahora se alterna con los rostros de los integrantes del grupo. Los vecinos los miran extrañados. Cada vez más se va llenando el solar de gente, de sonrisas, de alegría y luz. Durante el solo de guitarra uno de los artistas se ve tocándola desde algún punto alto de la ciudad. Entonces llega la policía. Empiezan a echar a los artistas del solar de malos modos. Cada golpe de batería es un rostro pintado de blanco y lloroso o una imagen romana en actitud amenazante. El imperio actual quiere echar a los payasos. Los oprimidos son siempre los inocentes, hace dos mil años y ahora. La gente increpa a los policías. Hay cierto tumulto y confusión. Al final consienten en dejarlos y llegar a un acuerdo gracias al diálogo. Sigue la fiesta. Pero dura poco. Los cómicos tienen que irse. Recogen sus cosas. Se quitan las pinturas de la cara contristeza. Vuelven al carromato que sale en busca de otra ciudad a la que tratar de hacer feliz. El guitarrista sigue en lo alto de la montaña mirando cómo se alejan los artistas. Mañana será otro día en la ciudad.

martes, 3 de noviembre de 2009

La Bola de Cristal

Hace 25 años que se emitió el último programa de La Bola de Cristal , dirigido por Lolo Rico en Televisión Española y que tantos premios cosechó. Con pocos medios, pero imaginación y la ayuda de la movida madrileña, la directora hizo un espacio para niños que educaba y divertía al son de Alaska , Kiko Veneno o Santiago Auserón , entre otros. Al final era tan libre que resultó incómodo para el poder político y lo cortaron. Muchas voces de la caverna se levantaron contra un espacio que enseñaba a pensar a los niños. También recuerdo cómo otro programa matinal de Carlos Tena dejaba con un colapso a media España cuando incluyó un videoclip de Las Vulpes titulado Me gusta ser una zorra . Ahora la letra de aquella canción parece la de una cándida nana si la comparamos con los contenidos que emiten cada día las televisiones del país: Dibujos animados para adultos en horario para niños, tertulias vergonzantes en las que se cacarea en vez de hablar, pornografía sin tapujos, temas de conversación propios de lupanares y un concurso Gran Hermano que bajo el eufemismo de experimento sociológico muestra lo más abyecto de la naturaleza humana. Tras once ediciones ya sabemos que la señorita modosita acaba en brazos del tatuado macarra de barrio bajo el edredón. Mientras, la televisión carece de organismo de control y la legislación que prepara el Gobierno da manga ancha a los canales privados. Estamos realmente con el fango hasta las cejas. ¿Qué será lo siguiente? ¿Una muerte en directo? ¡Que vuelva la Bola de Cristal! Refrán: La televisión es la violación de las multitudes.