martes, 22 de octubre de 2019

Las ‘zapatillas de Jesús’

La delgada línea que separa la obra de arte de la horterada es cada vez más fina. Hace escasas fechas saltaba a los teletipos la última locura del mundo del diseño de zapatillas, las ‘Jesus Shoes’. En un mundo cada vez menos creyente, menos espiritual y más incrédulo, los diseñadores de zapatillas esgrimen como argumento de ventas algo tan surrealista como la fe en Jesucristo, figura que ha quedado arrinconada, especialmente entre la juventud, que ya no tiene más referentes que los personajes que pululan y copulan por Gran Hermano VIP.
    Sin embargo, las zapatillas de Jesús se llaman así porque tienen agua bendita del río Jordán en sus suelas. Además, entre sus cordones asoma un crucifijo dorado. También lucen unas plantillas rojas, un sello de inspiración vaticana. En el costado del calzado se hace referencia a la escena bíblica de Cristo caminando sobre las aguas. También hay una gota de sangre en la lengüeta. Han sido diseñadas por un estudio de Nueva York y puestas a la venta por miles de dólares.
   Pues han durado menos que un caramelo en la puerta de un colegio: minutos. Y no solo eso, sino que el comprador las ha revendido a su vez por 3.621 euros. El estudio MSCHF, con sede en Brooklyn, compró un par de zapatillas deportivas del modelo Nike Air Max 97 a precio de mercado, es decir, 160 dólares, y las tuneó. Et voilà! Revalorizó el producto a precios astronómicos. ¿Quién puede desear unas deportivas así? ¿Un marchante de arte? ¿Un deportista ultracatólico? ¿Un macarra del Bronx? Me parece una banalización mercantil, que conecta directamente con todo el tramado actual de ‘influencers’. Es lo absurdo de esta cultura de la colaboración, que deriva hacia el mal gusto, al considerar a Jesucristo como figura para reforzar los valores de una firma.
   La escena bíblica echando a los mercaderes del templo, convertido en «cueva de ladrones» viene que ni pintada. Me gustaría que todos los que comercializan con un material tan sensible se dieran cuenta de que están revendiendo su alma al diablo. Refrán: Más vale un pan con Dios que dos con el Diablo.