martes, 5 de junio de 2012

La ola humana

El sábado, en el recinto ferial de Cáceres, sobre las dos de la madrugada, vi una auténtica ola humana. Decenas de hombres de color salían huyendo de la policía local con sus hatillos a cuestas. Eran manteros que habían estado toda la jornada vendiendo en la calle central, frente a la noria. Las fuerzas del orden les seguían mientras ellos corrían y se perdían tras los puestos. Es cierto que están realizando una actividad ilegal, la venta de mercancía supuestamente falsificada. Y es verdad que los puestos legales pagan tasas e impuestos, pero creo que ellos son solo el último eslabón de una cadena de explotación del hombre por el hombre, que en estos momentos de crisis se me hace mucho más dolorosa e inhumana. La imagen de los manteros huyendo por el ferial en una especie de cacería no me gusta. Sé que en algunas playas se hace la vista gorda con estas personas que tratan de sobrevivir de las migajas de los demás. Si nosotros estamos mal, imagínense ellos, que han tenido que abandonar su país en el Africa profunda para malvivir vendiendo la mercancía de alguien que no está pasando frío en la feria y que seguro que se lo lleva calentito. Contra los señores de las furgonetas que tienen en una nave industrial perdida a un montón de seres humanos a 30 céntimos la pieza hay que ir con órdenes de arresto. Estos chicos y chicas que vienen a la feria a vender cuatro bolsos y tres calzoncillos para que algunos se hagan la ilusión de llevar ropa de marca son santos inocentes, 'morrallita' de esta crisis de valores y de humanidad total que nos aplasta. Refrán: La miseria pronto alcanza, a quien despacito avanza.