martes, 13 de octubre de 2009

Zafra, madrugada de contrastes en la feria

La noche segedana tras una corrida de toros memorable como la de Perera es un delirio de fiesta sin medida. En el hotel Huerta Honda, de madrugada, el grupo flamenco le pide al maestro Jaime Ostos que salga a bailar. El, chaqueta azul y pañuelo asomando por el bolsillo, accede sin titubeos. Sus piernas, a los 79 años, parecen las de Rudolf Nureyev . Jamás he visto tanto vigor y agilidad en un señor de su edad. El está en medio, con pelo engominado hacia atrás, en el centro, jaleado por la jet del agro en una juerga del quince.
No muy lejos de allí, en otro hotel, había otra selecta fiesta VIP, por donde rondaba Carmen Martínez Bordiú , una clásica en Zafra. Todo glamour.
¡Y pensar que hacía unas horas estaba yo en el Pabellón Banesto encerrado como un charolés! La encargada de las llaves me dijo que se iba a las nueve por encima de la campana gorda. Y cumplió su amenaza, dejándome sin posibilidad de salir, con todos los cierres metálicos puestos.
Eso sí, me dio el teléfono de un segurata para que le llamara cuando acabara de enviar mi crónica. Pues bien, el móvil estaba desconectado. Y yo deambulaba por los pasillos sin luz como un fantasma, buscando una rendija donde avisar de mi cautiverio. Menos mal que un celoso profesional de la seguridad decidió darse una vuelta por el Pabellón Banesto al concluir su ronda y me sacó de allí. "Si no me da por pasarme haces noche aquí", me dijo. Menos mal, porque me hubiera perdido el fiestorro histórico en el Huerta Honda. Refrán: El hombre por el verbo, los toros por los cuernos