martes, 1 de septiembre de 2015

Besos a medianoche

La semana pasada la sociedad española mostró de nuevo su lado más siniestro. Varios ciudadanos recibían una paliza simplemente por su opinión, su condición sexual o por su suerte en la vida. Eran víctimas de los llamados 'delitos de odio'. Los hechos me llenan de profunda tristeza y me llevan a plantearme si aún queda algo de esperanza para el ser humano. La presidenta de Vox en Cuenca, Inmaculada Sequí , de 18 años, era vapuleada por tres personas al grito de "A ver si ahora eres tan valiente, fascista". Aunque Sequí está en las antípodas de mis convicciones debo condenar este acto irracional y muy cobarde. En la Feria de Almería J.J.S. , de 24 años, tuvo que pasar por el quirófano tras ser víctima de una agresión por su condición sexual. El parte de lesiones es brutal. ¿Quién puede tener tan poco corazón como para cometer esta tropelía? De nuevo un grupo de cinco energúmenos con seguridad pasados de copas. Este fin de semana he visto a dos hombres besándose con ardor en la plaza Mayor de Cáceres. Era medianoche. Eran un ejemplo de amor frente al odio de otros. En Granada, Marcos , de 35 años, sin techo, era agredido también por un grupo de personas porque se negó a cambiar la emisora y poner reguetón en vez del rock que escuchaba. Ha estado a punto de perder su ojo. Y no hace falta recordar --o sí-- que nadie nace en la calle. Todos podemos un día acabar en un banco del parque. La principal arma contra estas acciones viles es la denuncia. Muchas veces es la vergüenza a la exposición pública la que lleva a no hacerlo. Desgraciadamente hay conductas desviadas que solo se vencen con el peso de la Justicia. Refrán: El odio no disminuye con el odio. El odio disminuye con el amor. (Buda)