martes, 27 de junio de 2017

Las lágrimas de Atanasio

Los padres de Atanasio Naranjo, colonos del Plan Badajoz, jamás pudieron imaginarse que su hijo acabaría apodado el ‘rey de la fruta de hueso’. Por eso, sus lágrimas, las que afloraron el otro día en el Palacio de Congresos de Cáceres, se comprenden mucho mejor. Recuerdo cuando en 2009 acudí a su central hortofrutícola con motivo de la ampliación de sus instalaciones. Dicen que los empresarios son buenos cuando insuflan a sus trabajadores la cultura que les impulsa cada día a batirse el cobre por crear riqueza. En Zurbarán, ya entonces se hablaba de la ‘cultura Tany’, que no es más que darlo todo. Sencillo y complicado a la vez. Por cierto que gracias a Tany esta entidad local menor villanovense que no llega a los 1.000 habitantes no tiene paro. Un milagro con el nombre y los apellidos de este señor que se fue a Madrid con 17 años a vender fruta.

No me extraña que se le salten las lágrimas cuando se convierte uno en la empresa más grande de España y Europa que produce, envasa y la distribuye fruta de hueso. Eso después de bregar con los proveedores, medirse con las grandes empresas, pagar religiosamente a la Seguridad Social y a la Agencia Tributaria, y quebrarse la cabeza en buscar nuevos mercados y tecnología. Y ese espíritu luchador no solo se ha quedado en él. Su hijo, José María Naranjo, es el director de Ventas y Márketing de la firma. El año pasado ya enviaron 18 toneladas de ciruelas a China y este año continúa abriéndose paso en el difícil mercado asiático.

Cuando hace casi una década fui a Tany Nature esperaba ver las típicas mesas clasificadoras llenas de mujeres, esas a las que Atanasio dedicó su galardón. Las había, pero ahora robots hacían la clasificación de la fruta por su color y eliminaban las que no reunían los estándares de calidad. Parecía ciencia ficción. Hace poco Tany puso en marcha un equipo de ciclismo, lo que revela que la empresa tiene cada vez más músculo social. Sí, a veces las lágrimas también brotan de los ojos de los empresarios y no siempre tienen que ser por disgustos. Refrán: El éxito es una cuestión de perseverar cuando otros ya han renunciado

martes, 20 de junio de 2017

Los Premios Empresario en la nostalgia

Mañana los Premios Empresario del Año llegan a su vigésimo segunda edición, que ahí es nada. Por eso bucear en nuestra hemeroteca produce un vértigo especial. El 11 de diciembre de 1996 salía a la calle el primer Especial Empresas. La cena el día anterior en el hotel V Centenario deja fotos para la historia de este diario, que se publicaron en un suplemento especial. Todos tenemos mucho pelo y de color negro. También se echan de menos personas que en estas dos décadas han dejado de estar con nosotros. Entre ellos destaco a Inmanol Orcajo, jefe de prensa y marketing de Feval; Cándido Cabrera, alcalde de Plasencia; Manuel Bermejo, presidente de Agroexpansión; el constructor Claudio González Tovar; y, por supuesto, Matías Rumbo, director comercial de EL PERIÓDICO EXTREMADURA y uno de los impulsores e ideólogos de esta aventura comercial tan longeva. Aunque él siempre tuvo el pelo plateado y en esa ocasión ya lo lucía. Aquella noche se anunciaba la puesta en marcha de los galardones en medio de un clima de ilusión ante la presencia de José Luis Martínez, director de Prensa Diaria de Grupo Zeta.

Produce cierta impresión al lector ver los rostros de empresarios de la construcción a los que por entonces nadie tosía y que ahora están sencillamente desaparecidos, unos más que otros. Recuerdo a Carlos Sánchez Polo, vicepresidente de la Junta de Extremadura, y al alcalde de Cáceres, José María Saponi, que siempre largaba el discurso de Cáceres, ciudad bimilenaria. Fueron aquellas primeras ediciones tiempos de inocencia. Con el paso de los años los profesionales de El Periódico Extremadura se han perfeccionado en la preparación de este acto. Mañana en el Palacio de Congresos culminarán los esfuerzos de muchos trabajadores del rotativo en pos de dinamizar la región. Y que dure. Refrán: Si dejas que pase el tiempo sin hacer nada, pronto te darás cuenta de que solo vas a vivir una única vez


martes, 13 de junio de 2017

Cáceres, ciudad moribunda


Me duele tener que escribir estas palabras, pero es un tema de conversación habitual y, de alguna manera, quiero ponerlo sobre la mesa del debate. La verdad es amarga, pero hay que echarla de la boca, ya lo dijo Quevedo. Paseo por las calles de Cáceres: Todo son negocios que se cierran, se traspasan o se venden. Y no todo hay que achacarlo a la crisis inmobiliaria. La avenida de Alemania cambió sus establecimientos de compra-venta de pisos por otros de oro y empeños. Triste pero real.

Me estoy refiriendo a otras zonas de la ciudad, sin negocios, sin vida, moribunda. Cuando parece que florece un negocio apenas dura abierto unos meses. Cáceres se ha convertido en un espacio yermo, en el que para que cuaje una iniciativa hacen falta muchos factores.

¿Dónde compran los cacereños? ¿Por internet? ¿Se van todos a Badajoz en peregrinación a El Faro? Si esto fuera así sería un síntoma funesto, de que la ciudad está dando las ‘boqueás’. Recuerdo que cuando llegué a Cáceres hace ya casi tres décadas, todo parecía que se estaba descubriendo, que los negocios florecían y que los pequeños comercios tenían una salud económica a prueba de bombas.

Cuando pregunto a los empresarios sobre las causas de esta situación me refieren dos: la gran cantidad de trabas burocráticas y la desunión reinante en cualquier sector. Aquí parece que todos hacen la guerra por su cuenta y que todo el mundo se ve como competencia nada más poner el pie en la ciudad. Qué pena, porque en unos años el panorama puede ser catastrófico de continuar las cosas como hasta ahora.

En domingo la situación es peor aún: Todo está cerrado. Solo está abierto un centro comercial, pero para pasear por su interior. Lo que nos queda es pasear Cánovas arriba, Cánovas abajo, como una especie de peregrinar eterno. Y todos saludándonos, como repitiendo un mantra: Hola don Pepito, hola don José

martes, 6 de junio de 2017

Último ‘Al vent’ de Raimon

Si de algo está falta la sociedad actual es de coherencia y compromiso, las dos claves que han guiado la carrera del cantautor Raimon (Xátiva, Valencia). A finales de mayo daba en el Palau de la Música de Barcelona su último concierto. No puede uno pensar en ello sin tener la sensación de sentirse huérfano. Faltan referentes, faltan guías, y los mensajes de Raimon todavía están vigentes después de décadas. Y es que ahora no hay dictaduras a las claras, pero no hay duda de que estamos sometidos sibilinamente a poderes políticos y económicos.

Raimon, al contrario que otros compañeros de profesión, ha optado por la discreción y la sobriedad para despedirse. Su último Al vent ha sonado. También lo hicieron sus otros temas famosos como Diguem no! Acabó su concierto con un puño cerrado cantando, claro está su Com un puny. En los bises sonó Jo vinc d’un silenci, durante el que se escucharon algunos gritos de ‘independencia’ que fueron acallados sabiamente por el público.

Raimon ha sido, como Dylan y otros tantos, un poeta que, además, ponía música a sus textos. Y hay que reivindicarlo no solo como el cantautor antifranquista de la transición que fue, sino como todo un literato y un ejemplo de compromiso con el pueblo. En momentos de zozobra como el que vivimos tener su obra es todo un tesoro. Muchos me dirán que está escrita en catalán. Hay ediciones bilingües preciosas que nos dan una idea de la altura poética de sus textos. Sus canciones además tienen ese poder de unir a los ciudadanos contra la injusticia, contra el poder que impone sus silencios, y anima hacerlo con valentía, con las manos, con el pecho al viento, sin miedos. Efectivamente, de los escenarios se nos va alguien que no es de este mundo, personal e irrepetible. En medio de los estertores del viejo orden mundial su mensaje está ahora más vivo que nunca. Refrán: Al viento, la cara al viento, el corazón al viento, las manos al viento, los ojos al viento, al viento del mundo (Raimon).