La última moda en Japón es que las parejas se envasen al
vacío. Sí, como el jamón de la matanza. Parece una locura, pero no se
preocupen, el envasado solo dura unos diez segundos, los suficientes para que
el fotógrafo Haruhiko Kawaguchi inmortalice al matrimonio como si fueran un
pedazo de fiambre. Sin embargo, el resultado es bastante sorprendente, muy
parecido a una pintura de Gustav Klimt.
Hacerse una fotografía en pareja envasados al vacío tiene
sus riesgos, especialmente respiratorios. Los novios tienen que ser rebozados
en lubricante para después entrar en una bolsa de la que se utilizan para
guardar almohadas. Los dos deben abrazarse en actitud amorosa para después
extraerse el aire. La pareja tiene apenas una docena de segundos para contener
la respiración y el fotógrafo cuatro para hacer la foto. No puede haber fallos
de ninguna naturaleza. Las parejas parecen un solo ser, congelado, de forma que
no se distingue quién es quién. Según el fotógrafo japonés inventor de esta
idea, cuanto menos distancia haya entre ellas más fuerte será el amor. Para las
parejas el esfuerzo merece la pena.
De todas maneras yo creo que la moda podría aprovecharse un
poco más y extenderse a familia política, amigos y otras yerbas, congelarlos, y
dejar la opción al fotógrafo de rescatarles o no del trance. Sería estupendo
tener a tus colegas envasados al vacío, sin moverse un pelo, sin sisarte las
cervezas del congelador, ni decir que «eso lo hacía él en menos tiempo y
mejor...», calladitos para siempre, muertecinos...
Ah, las modas... lo malo que tienen es lo efímeras que son.
Cuando te has dado cuenta ya estás totalmente demodé. El día que me decida
envasar al vacío lo que se llevará será arrancarse los dientes o darse
cabezazos contra las paredes. De momento, yo ni siquiera me hago un selfi, no
vaya a ser que mi señora decida envasarme al vacío y amojamarme en uno de mis
descuidos. Refrán: El amor siempre es el mismo, sólo cambia el envase de
presentación.