martes, 24 de mayo de 2016

De la Quadra-Salcedo y sus mil vidas

Juan José VenturaJuan José Ventura
24/05/2016
He coincidido solo dos veces en mi vida con Miguel de la Quadra-Salcedo , desaparecido la semana pasada, y en ambas fue una experiencia sorprendente. La primera de ellas, en la ciudad monumental de Cáceres, fue con motivo del paso por ella de la Ruta Quetzal. El acompañaba al grupo de jóvenes expedicionarios y empezaron las cigüeñas a hacer su ruido característico.
De la Quadra-Salcedo se acercó a unas mujeres, a las que preguntó si eran de Cáceres. Tras una respuesta afirmativa indagó sobre cómo denominaban a ese personalísimo saludo entre cigüeñas. Le explicaron que lo llamaban coloquialmente "machacar el ajo", o "hacer gazpacho". Y él, muy educado, les señaló que ese tableteo de picos se llama 'crotoreo', del verbo 'crotorear' o 'crotorar'. Lo hizo con tanta sencillez y sin ínfulas de ningún tipo, dejando prendadas a aquellas dos viandantes.
La siguiente vez que coincidí con De la Quadra-Salcedo fue en la Feria Internacional del Turismo en 2011 con motivo de la presentación del Año Orellana, que se celebró coincidiendo con el V Centenario del nacimiento del descubridor del Amazonas.
Pues bien, aunque la mesa redonda era a una hora determinada, él se presentó antes para asistir como público a una rueda de prensa que, al parecer, le interesaba. Tanto fue así que acabó preguntando a los ponentes y demostrando unos conocimientos sobre heráldica, escudos nobiliarios y descubridores extremeños que me dejaron boquiabierto. Y es que De la Quadra-Salcedo ha vivido mil vidas en una, quizá por eso su rostro reflejaba últimamente ese paso del tiempo sereno pero inexorable que deja surcos como ríos profundos. No añado ningún dato nuevo si digo que batió una plusmarca mundial de jabalina con una técnica que no fue homologada, por lo que su récord no se consignó. Junto con Félix Rodríguez de la Fuente y César Pérez de Tudela es exponente de una forma de hacer periodismo añorada y desgraciadamente olvidada. Refrán: Creí que era una aventura y en realidad era la vida. (Joseph Conrad).