martes, 26 de mayo de 2015

San Romero de América, un beato incómodo

El pasado sábado 300.000 personas acudían a la plaza del Salvador del Mundo para asistir a la beatificación de Oscar Arnulfo Romero , que para los salvadoreños es san Romero de América, un símbolo de la lucha contra la injusticia, un auténtico amigo de los pobres. La beatificación de este mártir tiene un gran significado para los seguidores de la Teología de la Liberación. Su reliquia, la camisa ensangrentada que vestía cuando fue asesinado durante la celebración de una misa, fue incensada ante la alegría de sus miles de seguidores. Cuando pasan 35 años de ese acción infame hay que contar que no ha sido fácil lograrlo. Su figura ha sido muy incómoda. De hecho los obispos españoles no han asistido a la beatificación por considerarla 'política', actitud que ha dejado literalmente de piedra a Renzo Fratini , nuncio del papa Francisco en España, impulsor de este reconocimiento. No es de extrañar, ya que monseñor Romero era contrario a los privilegios que muchos obispos disfrutan y un antisistema dentro de la Iglesia como institución, Iglesia que acabó olvidando los principios que la inspiraron. Fue incómodo para Juan Pablo II y para Benedicto XVI, que decidieron aparcar la decisión de hacerle beato. Ahora los nuevos aires que insufla Bergoglio le dan el sitio que pienso que merece un hombre valiente, asesinado por los paramilitares en plena eucaristía, cuando él sabía que estaba en el punto de mira de los Escuadrones de la Muerte. Ahora san Romero de América es mucho más que un mito. Ahora podemos rezarle para pedir freno a tanta injusticia cotidiana. Refrán: Nunca vi de cosas menos, que de abriles y obispos buenos.