martes, 22 de junio de 2021

La Ronda Sureste ya es DTV

A los cacereños nos inauguran una ronda nueva y es como si se abrieran las puertas del patio del colegio. Los brasileños tienen ‘sambódromo’. Pues nosotros tenemos Ronda Sureste para hacer deporte y conocer mundo. Sí, nunca en la historia de esta ciudad los ciudadanos se han apropiado de un espacio de esta manera y lo han hecho suyo en cuestión de días. Si circulatoriamente la Ronda Sureste era necesaria, desde el punto de vista humano no te quiero ni contar. En una semana se ha llenado de cacereños practicantes de algún deporte, del 'senderismo ilustrado' con o sin chándal, más DTV que nunca. Sí, la ronda Sureste ya es ‘de toda la vida’ por aclamación popular. Seguramente la relajación de los protocolos anticovid y las ganas del ciudadano por ejercitar piernas tengan mucho que ver en el éxito de la ronda.

Lo cierto es que no hay momento del día en que no se llene de público, como si fuera una romería, ávido por conocer cada nuevo elemento de paisaje urbano. Parece incluso que estamos en una ciudad distinta, que ofrece diferentes perspectivas naturales. No le falta un detalle a la nueva ronda: carril bici, carril para peatones, profusa ornamentación floral, espacios para el descanso, bancos para solazarse… En fin, tengo que reconocer que yo también me he recorrido la ronda Sureste con una camiseta de la Selección Española. Desgraciadamente esa invocación al gol no ha tenido eco, pero he descubierto un nuevo espacio en esta ciudad que parecía condenada a repetirse. Allí, como si se tratara de una playa onubense he levantado la mano con delectación para saludar a los transeúntes conocidos: “¡Hola don Pepito!… ¡Hola don José!”. Eso sí, me he dado cuenta de que mi equipación deportiva necesita renovarse. Mi fondo de armario de camisetas y calzonas se quedaron en la era del seleccionador Camacho. Refrán: El ejercicio hace maestro al novicio.

martes, 15 de junio de 2021

Adiós a 3 grandes de Radio 3

Nunca entenderé un país que practica la jubilación forzosa. No comprenderé jamás que un ente público como Radio Televisión Española (RTVE), la de todos los ciudadanos, cometa semejante tropelía. Tres grandes de la comunicación radiofónica, que han marcado mi juventud y madurez, se quedan sin sus programas. Se nos priva de su talento por ‘jubilación forzosa’. Julio Ruiz (Disco Grande), José Miguel López (Discópolis y Discópolis jazz) y Javier Tolentino (Séptimo Vicio) han recibido una fatídica carta en la que se refiere en lenguaje ‘burrocrático’ que este viernes 18 de junio se emitirán los últimos Disco Grande, Séptimo Vicio y Discópolis. Discópolis jazz se emite el 20 de junio y tres días después no tendrán ninguna vinculación laboral con RTVE, al igual que una veintena de compañeros del ente público. Una hecatombe.

No puedo creer en una sociedad que aparta a alguien válido y que es feliz haciendo su trabajo y nos lo hace a los demás. Radio 3 (que comenzó en los años 70) es todo un ejemplo mundial de radio al servicio del oyente y del creador de arte, especialmente de aquellos que están fuera de los circuitos habituales comerciales. Creo que se pueden habilitar fórmulas para que estos tres adalides de la cultura con mayúsculas puedan seguir iluminándonos. Me llena de vergüenza y sonrojo que esto suceda bajo la égida de un gobierno ‘progresista’. ¿Realmente este es el futuro que queremos para nuestros mayores válidos y activos? Las voces de estos tres monstruos independientes y con talento me han acunado en muchas ocasiones y ahora los disfruto más en podcast, apoyando con sus inconfundibles voces la música, el cine y la cultura. Pero es que en este país no se quiere a nadie que piense por sí mismo. Se persigue al diferente y se da caza al que es un sabio de verdad. Qué bochorno. Refrán: El sabio no dice lo que sabe y el necio no sabe lo que dice.

martes, 1 de junio de 2021

De vuelta al pueblo, la nueva diáspora

 De vuelta al pueblo, la nueva diáspora

Y, de pronto, los urbanitas de todo el país han vuelto la mirada al pueblo y ensalzan sus bondades y se sienten tan de pueblo como si en el terruño que abandonaron en la pubertad hubieran vivido toda la vida. Tras las mascarillas, en los paseos desengrasantes que nos impone este confinamiento light veo ojos de rostros nuevos que no lo son tanto, familiares de vecinos que retornan al pueblo en una diáspora inversa. Solían regresar unos días en verano, por la Pura, o en septiembre por el Día de Extremadura. Esta pandemia les ha adelantado el reloj biológico y en cuanto se han levantado restricciones de movilidad han regresado besando cada piedra de las ermitas, cada banco de las plazas, cada hierba de sus dehesas. El pueblo estaba en un rincón de la memoria, entre olvidado y maldito, quizá a veces como algo vergonzoso. Pero ahora se transustancian en oasis de libertad, espacios para vivir slow y ¿quién sabe? quedarse a vivir si hay buena fibra óptica. Ahora no hay nada mejor que ser de pueblo, ponerse la boina y conocer sus ventajas. Ojalá esto sea un vuelco para esa situación desigual y signifique una reactivación de la economía. Ha tenido que pasar una catástrofe para que volvamos nuestros ojos al pueblo. Los recuerdos de mi infancia están marcados por un pueblo en la Sierra Norte de Sevilla. Entonces veranear allí me parecía horrible: calor, campo seco y moscas. Ahora, en el pueblo adoptivo extremeño que tengo disfruto cada segundo en la plaza, cada excursión senderista, cada visita a ver fauna local. La sensación de que el tiempo corre más despacio es cierta y las bondades del aire extremeño de sobra conocidas. Los pueblos, los extremeños en particular, van a ser nuestros próximos paraísos. Y tenemos la suerte de tenerlos a 5 minutos y con los brazos abiertos. La frase: Un pueblo que quiere ser feliz no ha menester de conquistas. (Plutarco).