martes, 28 de octubre de 2014

Urbanidad, también al volante

Recuerdo a un profesor de Bachillerato que nos daba clase de Urbanidad. Dedicaba siempre una hora a la semana a enseñaros cómo debíamos de comportarnos en sociedad. Con el paso del BUP, la ESO, la Lomce y demás reformas educativas el saber conducirse en público ya no se enseña. Y empleo el verbo 'conducir' con intención. Hace tres meses, regresando a casa de noche con mi coche recibí un golpe en el retrovisor en la calle Reyes Huertas. El coche que me rozó se paró en el semáforo y cuando salí de mi vehículo a pedirle los datos del seguro el semáforo se puso en verde y éste desapareció a gran velocidad. La cosa no pasaría de la anécdota si no fuera porque la semana pasada me sucedió lo mismo en la misma vía urbana, con la particularidad de que el conductor se dio por aludido, puso las luces de emergencia, y se orilló a la izquierda. Cuando salí del vehículo, estando situado detrás de él, el semáforo volvió a ponerse en verde y el conductor "se arrepintió" otra vez de golpe y se dio a la fuga igual. El cierto que los daños son muy leves --un poco de pintura en el retrovisor y ya está-- pero creo que lo educado, lo correcto y lo más civilizado es parar e interesarse, ponerse en lugar del otro. Sé que lo papeleos de los seguros son un engorro, pero si todos hacemos de nuestra capa un sayo mal nos va en esta sociedad. Entiendo que es un incidente sin importancia, pero cuando yo he rozado a algún vehículo me he interesado siempre por los desperfectos, aunque fueran imperceptibles. Y comprendo que con la que está cayendo de corrupción lo que cuento es una completa nimiedad. Refrán: Deja de pitar, que no me vas a pasar.