martes, 29 de mayo de 2012

El destino


Todos tenemos un día y una hora que no quisiéramos que llegaran, pero que están ahí, aguardándonos como una araña en su tela. Cuando mis amigos me hablan del destino cambio de conversación y me parece que es un tema que no llegaré a comprender nunca. La semana pasada, por ejemplo, una mujer moría en San Juan de Aznalfarache (Sevilla) mientras esperaba el autobús con su hija, víctima de los disparos durante un atraco a una sucursal bancaria. ¡Qué difícil es encajar esta muerte absurda! Quién le iba a decir que se vería envuelta en un tiroteo al más puro estilo Far West. Y ese día se levantó, como tantos, sin pensar que la muerte la sorprendería en la parada del bus del pueblo, junto a su hija, en un gesto aburrido y cotidiano, aparentemente sin trascendencia. Era una mujer luchadora y ejemplar, según sus vecinos. Tampoco es fácil aceptar la muerte del señor octogenario en Moraleja mientras iba a visitar a su hijo a la fábrica de aceite donde había trabajado toda su vida. ¿Por qué el destino le aguardaba allí? Había ido miles de días, pero ya estaba jubilado, no hacía falta que fuera, no tendría que haber estado en el centro de la tragedia, pero la explosión le sorprendió en la visita, otro gesto trivial e inocuo. A veces la muerte nos llega por nuestra propia estupidez como en el caso de Russell Shirley de 32 años que murió en Madrid la semana pasada tras pasarse tres días enteros jugando al videojuego Diablo III. No se trata de una leyenda urbana. Llegó a pedir tres días libres en el trabajo para jugar y tuvo un infarto ante la pantalla. En fin, querámoslo o no todos tenemos un día y una hora, pero yo no tengo nada de prisa y muchas razones para vivir. Refrán: Mejor ir tarde al destino, que rodarse en el camino.

martes, 22 de mayo de 2012

¿Qué fue de los cantautores?

Hubo un tiempo en que eran tratados con el mismo respeto que a cualquier autoridad. Con sus poemas y canciones hace décadas fueron poco a poco horadando el pedestal de barro de la dictadura franquista. Después, los políticos cobraron protagonismo en la calle y se les excluyó de las fotos, los mítines y las tribunas. El extremeño Luis Pastor a punto de cumplir 60 años es uno de ellos. ¿Qué fue de los cantautores? Esa es la pregunta y el poema que da título a su último trabajo. Verle en el Gran Teatro de Cáceres la semana pasada me confirmó varias cosas: la primera que sigue en plena forma de voz y de capacidad de creación artística. La segunda es que su hijo Pedro Pastor (17 años) conserva la impronta de los cantautores en sus genes. Fue quien llevó el peso de la música en el escenario junto al violín de Manu Clavijo . Cantó dos temas de una madurez y altura poética impresionantes. Es muy posible que, como su padre, pronto tenga que cantar en defensa de los elementales derechos del ser humano ahora que son devorados por los mercados con fruición absoluta. Ahí tienen a los cantautores: se han pasado todo este tiempo vigilantes, advirtiéndonos de lo que se nos venía encima, de las injusticias que se cometían con los más débiles, con los emigrantes, con los 'machacados'. Nunca imaginábamos que nosotros íbamos a ser tan parias como ellos, mano de obra barata, desamparados ante el capitalismo. Por eso ahora los cantautores vuelven a estar más en boga que nunca y parece que la saga continúa. Por fin una buena noticia. Refrán: A tu hijo, buen nombre y oficio.

martes, 15 de mayo de 2012

Extremoduro

Es curioso cómo hay personajes y entrevistas que marcan de por vida la trayectoria de un periodista. Guardo un grato recuerdo de la primera que hice en mi vida, que no fue ni más ni menos que a Extremoduro .

Hace ya más de veinte años que presentaban su disco 'Somos unos animales' y a mí me tocaba hacer una información para el fin de semana de ese acontecimiento. Por entonces yo no era tan aficionado a Extremoduro como lo soy en la actualidad. El aspecto fiero de Robe Iniesta ya me causó mucho respeto. Recuerdo la mesa de juntas del despacho del director de EL PERIODICO en la calle Camino Llano donde ante una grabadora que ahora nos parecería una reliquia aquellos músicos me contaron que hacían rock sinérgico . Entonces me entró el gusanillo por esas letras tan 'curradas', que son fruto sin duda de una cabeza bien amueblada. Otra vez fui a verlos porque celebraban el cumpleaños de Robe Iniesta con un concierto clandestino y privado. Como llovía se trasladó a un garito a puerta cerrada. Entonces me presenté y me cachearon en la puerta, encontrándome la Olympus compacta con la que pretendía inmortalizar el acto.

--¿Ves? ¡Estas son las hostias que no quiero!, me dijo un portero.


Volví al periódico. Solté la cámara y me dejaron entrar para ver el concierto. Recuerdo a uno de los músicos diciendo: "¿Qué pasa con la puta lluvia? ¡Hacemos un descanso: Nos metemos unas rayas y volvemos!". La verdad es que son únicos los chicos de Extremoduro y su último disco es muy bueno. Refrán: Deja que te diga, nena, que lo nuestro no es equitativo, todas las noches que estoy contigo tu eres quien come, yo soy comido (De la canción 'Tango suicida' del último disco de Extremoduro).

martes, 8 de mayo de 2012

La trastienda


La Trastienda (1975) es el título de una película mítica de Jorge Grau en la que los españoles pudimos ver por primera vez, aunque a través de un espejo, un desnudo integral, el de María José Cantudo . Y es que en las trastiendas sucede todo, o casi todo lo importante. En las ferias alimentarias suelo escribir las crónicas en la trastienda del estand de algún amable industrial, normalmente junto a barriles de cerveza, vasos de plástico y camareros entrando y saliendo con platos. En las trastiendas he escuchado los anhelos de los profesionales y también sus lamentos. Y es que la parte de atrás de todo tiene un qué sé yo qué que lo convierte en una suerte de bambalinas de teatro. En las trastiendas se comen los bocadillos tranquilamente, sin los agobios del 'face to face' del mundo de los negocios. En ellas se hace el verdadero balance de la feria y se sellan los acuerdos comerciales más fructíferos. Hasta he escuchado cómo tras una jornada de trabajo la máxima ilusión de un industrial era ir a montar en los coches locos de la feria. Ah, qué buenos momentos son los de las trastiendas. Los cortadores de jamón se secan allí el sudor, mientras los redactores rezamos para que el ordenador portátil coja cobertura 3G. Recuerdo hace ya muchos años, en una Feria de Zafra en la que la sala de prensa se convirtió en sala de lactancia y se calentaba la leche de los biberones de los niños. Ese año, se fue la luz, y estaba solo, ante un ordenador que fallaba una de cada tres veces que enviaba la crónica. Estuve a diez segundos de que las diez páginas que estaba enviando se me borraran. Tuve suerte. Es la intrahistoria de las ferias, desconocida, como lo que pasa en las trastiendas. Refrán: Mucho escaparate y poca trastienda no hacen buena la venta.

jueves, 3 de mayo de 2012

Con chandal y a lo loco


El chandal es una prenda deportiva que se va popularizando cada vez más. En el barrio de Nuevo Cáceres, por ejemplo, parece que es el uniforme oficial, especialmente por las tardes o los fines de semana. ¿Quiere decir eso que la gente hace más deporte? Pues no. De momento se ha puesto de moda para el 'shopping', o sea, ir de compras e incluso salir de paseo hasta el barrio de Casa Plata y volver en fila india. Yo clasifico en dos a los usuarios de chandal que no hacen deporte: los que usan gorra y lo que no. Los primeros están completamente perdidos para cualquier intento de recuperar el 'glamour' perdido. Para los segundos aún hay esperanza, aunque poca. Ir en chandal me parece casi como recibir una visita en pantuflas. Hay quienes piensan que Belén Esteban es la responsable del 'chandalismo ilustrado', ya que combina esta prenda con tacones y bolsos a juego. Madonna incluso se ha paseado por París de esta guisa. Hay tribus urbanas, como los Canis, que han hecho del chandal una suerte de uniforme, al que adornan con cazadoras 'bombers' y grandes cadenas doradas al cuello. Hay incluso una página de Facebook llamada 'yo también uso el chandal del colegio como pijama'. El sueño de los domingueros comienza a hacerse realidad para ellos y pesadilla para el resto de los mortales. Estoy convencido de que dentro de cientos de años el chandal será considerado como una degeneración, como el refajo o los pololos. Yo, de momento, he relegado el chandal para cuando cojo la bicicleta, o sea, para casi nunca. Soy más bien de pijama, aunque viva en Nuevo Cáceres. Y algún domingo bajo en bata por los churros del desayuno, desprovisto también de 'glamour' alguno. Refrán: Aunque la mona se vista de chandal, seguro que nunca hace deporte.