sábado, 22 de marzo de 2008

RETRATO AL ÓLEO DE UN TRIÁNGULO AMOROSO

Se querían. Pero se querían mal. A Ella le gustaban las puestas de sol en el adarve en primavera. A El también. A la Otra no. El era profesor de dibujo, pero aquel triángulo de deseos era imposible de dibujar con realismo. Muchos lados. Todos ocultos. Una vida pública de docente de instituto. Una pasión privada al margen de los convencionalismos. Una mujer espera en casa a que llegue el profesor. El da las buenas noches. Estudió en un colegio religioso. Es educado. Su mujer le dice: "Ahí tienes la cena". El la devora sin decir palabra. En la televisión ponen Escenas de matrimonio . Ella cambia de canal y piensa: "Por lo menos ellos tienen gracia". La Otra se revuelve en su cama satisfecha y caliente tras una tarde-noche de amor. Siempre será la Otra, pero le da igual. Sabe que es mejor así. Es profesora de Francés. Sabe qué es vivir sin importarle el qué dirán. El quiere siempre más. La Otra le frena.
A veces quedan en el mirador del garaje de Obispo Galarza para ver los colores del sol en las piedras de la ciudad antigua.
--C´est plus belle, dice la Otra.
--¡Mira... si pudiera pintar yo esto!, grita él.
La Otra y él se sienten los reyes del mambo cada noche. Un día, la profesora de Francés le propuso matar a Ella. Entonces, el dibujante sacó su caballete, lo puso en el mirador y pintó al óleo las últimas nubes violetas de la tarde. Llegaba a destiempo ese asesinato. Ella, su esposa, ya estaba muerta. De olvido, de dolor, de asco, de pena.
Y todos se querían, pero se querían fatal. Refrán: El olvido del amor es el mayor dolor