martes, 2 de diciembre de 2014

La desgracia de ser una mujer hermosa

Mi madre me decía eso de que "la suerte de la fea la guapa la desea". Este dicho se fundamenta en que existe una suerte de justicia poética que compensa los dones no recibidos y las puertas que se cierran en esta sociedad a los que no tienen un aspecto físico seductor. Ser bello no es jauja y últimamente parece que la realidad vuelve a dar la razón a la sabiduría popular, aunque con dureza fuera de lo común. El asesinato hace pocas fechas de María José Alvarado, Miss Honduras 2014 , y de su hermana es una cuenta más en este collar de amargas muertes que tiñen la elección de las aspirantes a ser la mujer más bella del mundo. Miss Venezuela Mónica Spear , la ex Reina Hispanoamericana 2008 Laura Zúñiga y la que fuera Miss Sinaloa en 2012, María Susana Flores , entre otras, han pagado con su vida sus efímeras coronas de belleza. Accidentes, ajustes de cuentas, tráfico de drogas e incluso fallecimientos en operaciones de cirugía estética son algunas de las causas de su desparición. No me sirve de argumento que en sus países la violencia forma parte desgraciadamente de la vida cotinana. No me gustan los concursos de belleza. Me recuerdan demasiado a los concursos morfológicos de las ferias ganaderas. Es una cosificación de la mujer que me repele. Parece un ritual trasnochado. Sin embargo, me repulsa aún más todo lo que rodea a ese mundo donde siempre existe la sospecha de la compra de títulos y en los que, tras las misses, hay quienes se lucran exhibiéndolas como si fueran monos de feria. Refrán: La belleza y la tontería van siempre en compañía.