martes, 24 de abril de 2007

EL TRISTE FINAL DEL ALCAHUETE OSWALDO

Oswaldo era un gran torcedor de puros de la isla de Cuba. Pero eso era lo único bueno que podía decirse de él. Tan acostumbrado estaba a sobrevivir que acabó por importarle muy poco los demás. En su cuadra controlaba a todos los vecinos. Su oído se había agudizado para las escuchar conversaciones ajenas. Las pequeñas miserias de cada día eran archivadas en su cerebro para contarlas al comisario político de turno. Oswaldo había hecho de la delación su forma de vida, porque a cambio de toda esa información malvivía un poco mejor que los demás.

En la fábrica era conocido como Oswaldo manos mágicas . Torcía muy bien los puros. Incluso se dijo que el propio Fidel Castro pedía que Oswaldo fuera quien hiciera sus habanos. No era el mejor, pero era el favorito. Sus alcahueteos le habían transformado en un personaje.

--Iván se ha llevado un par de puros a casa para venderlos en el mercado negro. Pepe se ha liado con la jefa de comedor y el camarada Rubén se fue antes de la hora...

---Muy bien, Oswaldo, tú llegarás lejos..., le dijo el comisario político de la fábrica.

Muchos años después Oswaldo se quedó dormido en su apartamento. Tenía televisión en color y no llegaba a pasar hambre. En el sueño se le aparecieron Iván, Pepe y Rubén. Eran sus espectros. Habían muerto de hambruna hacía unos años. Brindaban con ron festejando que su amistad seguía viva para siempre. Oswaldo lo tenía mucho peor: estaba muerto pero se encontraba desconsoladamente vivo y solo. Refrán: No seas alcahuete. No sabes dónde te metes.

jueves, 19 de abril de 2007

UNA PROPUESTA DE CAMBIO RADICAL

Estoy seguro de que Cambio radical , el programa que se dedica a transformar patitos feos en cisnes, va a ser un éxito. Siempre ha habido curiosidad por conocer los entresijos de la transformación de gusano en mariposa. Y todo el mundo tiene derecho a evolucionar a mejor. Pero tenemos que plantearnos en qué estamos convirtiendo la sociedad. Mientras se estrenaba este programa, en otra cadena había un concurso de mises. Me recuerdan a los premios morfológicos de ganado de Zafra o Trujillo. Las vacas dan una vuelta por el corral mientras veterinarios y jueces puntúan sus cuartos traseros, sus pezuñas, su trote y su docilidad con el mayoral. Pues, lo mismo con las mises. ¿No hace nada ningún instituto de la mujer?
¿Por qué no hay un programa que propugne un cambio radical, pero de alma? Imagínense.
--Don Fulano de Tal es un mal vecino, cotilla, prepotente y derrochón. Pero tras unos meses atendido por nuestros psicólogos es... ¡Un señor amable, discreto, atento y considerado con sus vecinos! ¡Enhorabuena, chavalote! ¡Increíble!
Sería estupendo hacer esas transformaciones, pero no tendría éxito comercial. Los cambios de alma, de educación o de sentido común no interesan a nadie. Y son mucho más difíciles de lograr. La cirugía estética no puede zurcirnos el alma, ni el dolor, ni la pérdida de un ser querido, ni el carácter avinagrado, ni nuestra querencia por la mentira, la falsedad y la murmuración.
Sin embargo, ¡qué bien nos vendría a todos un cambio de alma! Refrán: En nuestra vida hay que dar un cambio radical.

UN PASTOR, SU MADRE Y UN REMANSO EN EL RIO

Cuando Pablo pasaba por aquel remanso del río con las vacas del señorito siempre sentía un escalofrío y no sabía por qué. Algo había oido. Historias que se contaban en el pueblo. Hablaban del día que su padre y su hermano desaparecieron cuando llevaban las vacas a pastar, como cualquier jornada, como él mismo hacía ahora. Pero fueron y no regresaron de esa dehesa cerca de Viandar, por la Vera. Y esas historias hablaban de su otro hermano, Juan, que huyó al monte y empezó a vivir como una alimaña.
Porque eso le dijeron a su mAdre: que su marido y sus hijos eran alimañas.
Pablo nunca llegó a comprender aquello. Solo que un día se hizo hombre de pronto y su tío, que era cura, lo protegió durante años en Talaveruela, casi escondido de las miradas de todos.
La madre de Pablo desde aquel día no hablaba. Se pasaba las horas mirando la lumbre con la
mirada perdida. A veces entraba como en un trance y Pablo le preguntaba qué estaba viendo.
--Es el que fusiló a tu padre, quiere que lo perdonemos. Su alma no encuentra consuelo.
Pablo pensaba que su madre había enloquecido y los ojos se le llenaban de lágrimas.
Un día se recibió una carta sin remitente en el ayuntamiento.
Un anómino pedía perdón y piedad. Hablaba de una fosa donde había dos cuerpos enterrados en el remanso del río, donde Pablo sentía aquel pálpito. Su padre y su hermano estaban allí. El día
que los enterraron en el cementerio su madre dejó de tener visiones. Refrán: Cada 14 de abril la
sangre se me pone a mil.

DEVOCIÓN POR SANTA MARTA

Cada 29 de julio, día de mi cumpleaños, se celebra la romería de Santa MaRta de Ribarteme en la localidad pontevedresa de As Neves. Esto no tendría en sí mismo nada de excepcional, al margen de la fascinación que siempre sentí por la hermana de Lázaro1, a la que se debe rezar cuando tienes dolores de oido. Pero esta romería popular tiene un sabor penitencial único, por lo siniestro y macabro. Los devotos de Santa Marta que quieran sanar de una enfermedad o quieran agradecer una curación a la patrona salen en procesión con la imagen ¡en ataúd! Son portados en hombros por sus familiares sin la tapa de la caja mortuoria. Imagino que esta actividad hunde sus raíces en la resurección de Lázaro. Recomiendo su visita.
Viene esta fiesta a mi cabeza porque la Semana Santa y la penitencia en general despiertan sentimientos difíciles de asimilar, no sólo por mí, sino por mi entorno, provocando polémicas como ésta entre mis amigos:
--¿Eres de una cofradía de penitencia sevillana? ¿Pero tú no eras de los del puño en alto?
En Sevilla --ciudad donde casi todo es posible en primavera-- muchos votantes de la izquierda recalcitrante se ponen el capirote estos días y le rezan a los Cristos y Vírgenes que sus abuelos rezaron toda su vida. Las cofradías realizan una labor social durante todo el año. Son ONG del periodo barroco que han llegado a nuestros días. Aparte de los capillitas y los fariseos que se dan golpes de pecho, para mí, la penitencia es una cuestión privada, personal y que me merece todo el respeto. Refrán: no me seas cebollote y ponte, si quieres, tu capirote.