miércoles, 20 de noviembre de 2013

Retrato de señora rajando aceitunas

Era martes por la mañana temprano. El sol inunda la avenida de Dulcinea de Cáceres y delante de la parada del autobús una señora mayor con su cubo de aceitunas negras se dedica a rajarlas y aderezarlas con primor. La escena es normal en cualquiera de nuestros pueblos, pero estamos en plena capital, con su auditorio y edificio Embarcadero, con su Centro de Cirugía de Mínima Invasión, y con una modernidad que convive muy de cerca con la tradición. Incluso en Nuevo Cáceres veo vecinos recogiendo las aceitunas de los olivos que adornan sus calles. No sé si la crisis o la costumbre están detrás de esto. Las vecinas se paran ante la mujer y le preguntan por su salud. El médico le ha quitado la sal y la ha puesto a dieta. ¡Qué contrariedad! Claro, el colesterol, que no perdona, hija mía. Nos vamos haciendo ya mayores... Con su pelo corto, su aspecto menudo y vestimenta negra, la mujer se sienta en una silla de enea y cumplimenta una liturgia en el corazón de la urbe, en una avenida de casas bajas donde todavía los vecinos salen a la calle con las sillas a ver pasar la vida frente a un autobús que después se perderá en el tráfico del centro, cargado de prisas, afanes y también dramas personales diarios. Ella quizá sea la última superviviente urbana de un ritual que aún pervive en nuestros pueblos. Es tiempo de aceitunas, de rajarlas y aliñarlas para que en unos meses estén listas. Cualquier día esta señora se subirá a un transporte con billete de solo ida. Mientras tanto nos alegra la mañana de los que esperamos pacientes el bus de la línea 2. Refrán: Agua y luna, tiempo de aceitunas.

martes, 12 de noviembre de 2013

Agustín García Calvo, en el recuerdo

Pronto hará un año que nos dejó Agustín García Calvo . En esta España cada vez más embastecida, quisiera recordar su figura, más allá de su estética eternamente hippie y provocadora, sus bigotes, sus largos fulares y sus camisas de colores chillones. Recuerdo su última visita a Extremadura, en 2005, en la que regaló una charla memorable a los alumnos del instituto Extremadura de Mérida, denunciando que el régimen del bienestar se había apoderado de la industria cultural. García Calvo siempre fue a contracorriente y eso le costó que le quitaran la cátedra junto a José Luis Aranguren y Tierno Galván durante el franquismo, por apoyar las revueltas estudiantiles. La muerte le sorprendió hace un año apoyando a los jóvenes del 15-M. Sin duda, él era el tábano que picaba a la ciudad para que sus dirigentes no se durmieran. Muchos han dicho de él que fue el último Sócrates y no sólo por su actitud estrambótica, sino por una forma de enseñar en la que la vida del maestro se convierte también en fuente de aprendizaje y ejemplo para el alumnos. Ensayista, poeta, dramaturgo, traductor, filósofo, todo eso fue García Calvo, además de Premio Nacional de Ensayo, Literatura Dramática y Traducción. Una gran trayectoria que bien merecería un reconocimiento acorde, pero su desapego del poder ha hecho que esté condenado al ostracismo y considerado por muchos supuestos intelectuales como un 'petardo'. En esta España actual parece que figuras como la de García Calvo hay que meterlas bajo las alfombras no vaya a ser que alguna conciencia se despierte. Y eso es muy peligroso. Refrán: Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; mas donde hay humildad, habrá sabiduría.

martes, 5 de noviembre de 2013

El hermano calmado

Todo sucedió en Yanji, una ciudad china de la provincia de Jilin. La imagen ha circulado como la pólvora por internet, pero no se trata de un 'fake', sino de una muestra más de que la calma es la mejor herramienta para afrontar los problemas. Un ciudadano aguarda su turno con tranquilidad en una sala de espera de un hospital del noreste de China. Todo sería normal si no fuera porque tiene un cuchillo clavado en la cabeza. Permanece callado a la espera de consulta, con los brazos cruzados, como si fuera a pedir un jarabe para el resfriado. Un comportamiento, sin duda ejemplar, que sólo puede darse en un régimen como el chino. No me imagino esta misma escena en las urgencias de ningún hospital español, ni siquiera occidental. Aquí el paciente en esas circunstancias es impaciente y ya se habría subido a la espalda del celador en medio de gritos y señalándose el cuchillo en la cabeza como un poseso, exigiendo sus derechos y pidiendo asistencia médica urgente con los ojos desorbitados. Creo que desgraciadamente se abusa de las urgencias en muchas ocasiones y nos consideramos en esa circunstancia cuando no lo estamos. Lo cierto es que este ciudadano chino ejemplar no sentía dolor cuando llegó al hospital y el cuchillo de cocina no traspasó el cráneo, por lo que no causó daños y fue retirado fácilmente. Se lo clavó un amigo mientras bromeaban y no le ha puesto ninguna denuncia. Otro gesto noble. En su país le han bautizado como el 'hermano calmado', aquí en España desgraciadamente muchos descerebrados se reirían de él. Tenemos mucho que aprender de la cultura oriental. Refrán: Para estar en calma, estáte en paz con tu alma.