martes, 26 de junio de 2018

Adiós a Koko, la gorila que hablaba

En La Isla del doctor Moreau (1896), obra maestra de H.G. Wells, se abordan los peligros de jugar con la genética y de las delgadas distancias que separan los animales de los seres humanos.
En la época en la que se escribió este libro en la mesa del debate estaba la vivisección de los animales, práctica que ahora se nos antoja una locura, pero que entonces era común para el estudio de las especies. Por entonces, algunos científicos se creían tocados por la divinidad y hacían auténticas salvajadas para alterar la personalidad y el carácter de sus ‘víctimas’, por muy animales que sean. Por cierto, que el doctor Moreau acaba siendo asesinado por sus bestias a pesar de haberlas ‘humanizado’. El instinto animal se acabó imponiendo en el texto de ciencia ficción.
Me viene a la cabeza esta novela por el triste fallecimiento de Koko, la única gorila que se comunicaba con los humanos a través del lenguaje de signos, en su refugio de las montañas de Santa Cruz, en California (EEUU). La propia Fundación Gorila ha publicado un comunicado de condolencias en el que recuerda que Koko quedará en la memoria de todos como ejemplo de comunicación y empatía entre especies.
Desde muy pequeña Koko se comunicó con los hombres con el lenguaje de signos, concretamente con la investigadora Francine ‘Penny’ Patterson y la experta en lenguaje de señas June Monroe. La imagen de Koko mirándose al espejo en la portada del National Geografic en 1978 dio la vuelta al mundo. Y repitió primera página cuando pidió –por signos- un gato como regalo de cumpleaños.

No sé qué pasaría si pudiéramos entender lo que nos dicen los animales. Los toros que estos días han participado en los Sanjuanes ¿qué nos dirían? ¿Y los de San Fermín? ¿Quiénes demuestran un comportamiento más animal, más de manada, en ocasiones? Lo dejo ahí. Espero que pronto muchos más animales hablen como Koko. Refrán: A mono viejo no se le hace monisqueta.