martes, 18 de diciembre de 2018

Allí donde dejo mi sombrero es mi casa

Decía sir Paul Young en un soul mítico de 1980 que «soy de allí donde dejo mi sombrero». Muchas veces he meditado sobre qué esconde ese sombrero y de qué está hecho para condicionar toda tu existencia.

Ahora que llegan tiempos de encuentros y reencuentros de extremeños en la diáspora me pregunto si sigo siendo un andaluz en la emigración o ya me he metamorfoseado en un extremeño con orígenes hispalenses. He vivido ya más tiempo en Extremadura que en mi tierra natal y fundado una familia aquí. También me he empadronado en Cáceres y como garrovillano consorte siento más cerca ese municipio que el pueblo de mis abuelos, El Pedroso, en plena Sierra Norte sevillana y ahora situado en el mapa por todo el feo asunto de los EREs.

¿Dónde dejé exactamente mi sombrero? ¿Y cuándo lo hice? No soy consciente de cuándo llegué al punto de no plantearme el retorno a Andalucía. Aquí, en el terruño, me desarrollé como profesional, como persona y sobre todo he amado -como dice Antonio Machado- todo lo que me permitieron las fechas asignadas por Cupido. Y cuando se trata de amor, la raíz parece que se agiganta, se hunde el suelo y se funde con la tierra. Es de suponer entonces que en temas de arraigo no se trata de sombrero sino de zonas del cuerpo mucho más por debajo de la cintura las que mandan en esto de sentir una tierra como tuya. Aunque evidentemente no se trata del único factor.

No tengo hijos, pero si los tuviera imagino que serían otro sombrero más que habría dejado sobre la faz de esta tierra, a veces invivible, pero ya insustituible para mí y para muchos que, como yo, vinieron para un periodo corto de tiempo y llevan ya más de 26 años.

Como cuenta Serrat en uno de sus grandes temas: «Fue sin querer, es caprichoso el azar». Lo cierto es que los vientos de la fortuna me llevaron hasta Extremadura y, de momento, la barca de mi vida quiere estar varada aquí, a pesar de tantos temporales. Refrán: De hombre arraigado no te verás vengado.

martes, 11 de diciembre de 2018

Talibanes de las palabras

Hace escasas fechas, a la pregunta de qué tal estaba respondí con un cordial y educado «muy bien, gracias a Dios». Sin embargo, mi contestación fue afeada en público por uno de los presentes, que se sentía ofendido porque yo había mencionado a Dios. «Bueno, gracias a lo que sea...», dije para salir del paso y no provocar una discusión estéril y que podía llevar a que la reunión discurriese por cauces menos agradables.

Ya en casa estuve reflexionando sobre lo talibanes que nos hemos vuelto con determinadas posiciones ideólogicas y religiosas. Lo cierto es que decir «gracias a Dios» o despedirse con un «adiós» es simplemente una herencia de nuestra cultura cristiana, nos guste o no. Los mismos talibanes que se llevan las manos a la cabeza se hacen regalos en Navidad y son los primeros en ponerse a bailar en las fiestas patronales de sus municipios, que tienen en su gran mayoría la advocación de un santo o de una Virgen.

Creo que no estoy haciendo proselitismo religioso ni imponiendo a nadie un credo si digo «gracias a Dios», sin embargo, los intolerantes no dejan pasar una. Un ejemplo ha sido la última petición de la organización Personas por el Trato Ético de los Animales (Peta) que solicita cambiar los refranes en los que se citan animales, por considerarlos al mismo nivel que los de contenido racista, homofóbico o discriminatorio hacia las personas.

Así, según ellos, ya no se puede decir «Coger el toro por los cuernos» y nos proponen «Agarrar la flor por las espinas». Otro ejemplo: Sustituir «Matar dos pájaros de un tiro» por «Alimenté dos pájaros con un pan». La verdad es que se trata de un desvarío total y un daño al idioma monumental, que atenta contra la médula del conocimiento popular que son los refranes. Estos en ningún momento, salvo contadas excepciones, tratan de humillar o hacer daño a los animales. De prosperar esta idea estaríamos tocando fondo. Refrán: Los del Peta se han fumado un idem.

martes, 4 de diciembre de 2018

María, de OT, alegoría de la Libertad

Si hay un cuadro que me fascina por muchos motivos es la Libertad guiando al pueblo, de Delacroix. Es una mezcla de sensualidad y mensaje, en un equilibrio fascinante que lo convierten en un clásico. Pintado en 1830, refleja una revuelta popular en París tras la supresión de la libertad de prensa y del Parlamento. La Libertad es una mujer deshabillé con un seno al descubierto alzando una bandera a la vez que los burgueses y los desarrapados la siguen. También se representó así a la República Española.

Por eso a mí cuando una mujer muestra esa zona tan íntima me merece mucho respeto. Lo ha hecho, María, una concursante de Operación Triunfo, pero me temo que su intención no era para nada mostrarnos el carácter nutricio de la república. Tampoco lo hizo luciendo el gorro frigio rojo. Eso sí, María es adalid de colectivos sociales y cuando le obligan a decir la palabra ‘mariconez’ pone miles de pegas y quejas ante tal oprobio. Y eso a pesar de que el poema original en nada pretende ofender.

La semana pasada María fue expulsada del concurso por sus escasas aptitudes líricas y fue a visitarla su novio, Pablo, un muchacho hipertatuado que parece haber recién salido de un after y que lo primero que hace es asirse a sus nalgas como si no hubiera un mañana y besarla como hay que besar a quien amas en privado, pero nunca en público. Pablo está hiperexcitado y apenas acierta a hilvanar frases con sentido. De su discurso solo ententí que adjetivaba a María de «mantecona», que añoraba su «culo» y que cada «día estaba más buena». El presentador temiendo que aquello se desmadrara le preguntó qué que pensaba hacer con su pareja cuando saliera de allí. Craso error. La respuesta es de sobra conocida por todos: una ordinariez propia de los lupanares. María está defendiendo ahora a su novio a capa y espada. Dice que sus expresiones no son machistas. Y tiene razón, Pablo no es machista, simplemente es un macarra de cuidado. Pero creo que ni siquiera María sabe quién era Delacroix, aunque guste de mostrar su seno derecho. Refrán: La libertad nunca es dada. Se gana.

martes, 27 de noviembre de 2018

Otro nuevo asalto a la Bastilla

Tijuana ha vivido este fin de semana un primer intento de asalto a la Bastilla, prueba de que contra el hambre y la desesperación de los que nada tienen que perder los muros son inútiles. Los migrantes huyen de la miseria, del feminicidio, de los cárteles de la droga... Ven nuestros Blacks Fridays, las hamburguesas gigantes, la ropa que cambiamos cada temporada y quieren también gozar también de ese estatus.

En este mundo donde la información está globalizada, la tradicional estructura política de Estados nacida en Grecia se encuentra en franco declive. Las inmensas diferencias entre ricos y pobres espolean a los parias de la tierra a jugarse la vida. Ya lo han perdido todo. ¿Qué importa dejarse la vida en pos de un sueño?

No se trata de un fenómeno exclusivo de los EEUU. En España lo estamos viviendo casi a diario con el Estrecho, donde las pateras amargan la siesta de los bañistas y dan dolores de cabeza a los políticos. ¿Entenderemos alguna vez que nuestro estilo de vida es una invitación constante a saltar las verjas y cruzar los mares?

Ahora mismo, mientras internet ha borrado las fronteras informativas entre el primer y tercer mundo, se está fraguando una nueva llegada de migrantes y los más conservadores levantan muros que solo van a ralentizar lo inevitable.

De aquí a unos años tendremos que convivir con migrantes de todo el mundo, conoceremos sus formas de pensar, de vivir y de relacionarse con lo trascendente.

Creo que el respeto por ambas partes tiene que ser el criterio a aplicar. Ni se puede llegar a un nuevo país imponiendo credos ni tampoco se puede uno cerrar e nuevas formas de entender la realidades. El auxilio a los migrantes tiene que ser prioritario. De lo contrario, es territorio abonado para fanatismos y radicalismos. Es cierto que entre tanto migrante se puede colar alguna ‘oveja negra’. Hay que estar ojo avizor. Pero mezclarse es sano y nos hace mejores seres humanos. Refrán: Al corazón del amigo: abre la muralla; al veneno y al puñal:cierra la muralla (Nicolás Guillén).

martes, 20 de noviembre de 2018

Felipe González, el orador que no defrauda

Felipe González será el encargado mañana de ‘abrir fuego’ en los Desayunos de El Periódico Extremadura, un nuevo foro de debate que refrenda el gran compromiso de este diario con la sociedad extremeña. Y lo hará con un tema peliagudo: Constitución y convivencia.

Y es un acierto que sea González el primer invitado, porque es seguro que no dejará indiferente a nadie, ni entre sus correligionarios, ni entre sus detractores. Felipe fue presidente del Gobierno de 1982 a 1996 y encarna una época en la historia de España, en la que los políticos estaban hechos de otra pasta y sobre ellos no sobrevolaban las actuales sospechas de ineficacia o querencia por el sobre.

González hizo lo que nadie: ilusionar un país y aglutinar a toda la opinión pública en torno a un proyecto de Estado. Me gustaba de él el tándem que formaba con Alfonso Guerra, que hacía de ‘poli malo’ en la bicefalia del socialismo de los primeros albores de la democracia en España.

Luces y sombras hay en la trayectoria de González. Es innegable el desarrollo económico que experimentó el país durante sus dos mayorías absolutas. La transformación de Sevilla con motivo de la Expo 92 es un hecho. Y a España, en palabras de Alfonso Guerra «ya no la conoce ni la madre que la parió».

Como todos los dirigentes que detentan el poder tanto tiempo, acaban fagocitados por el propio rodillo que aplican. Después abandonó la esfera pública, aunque no lo hizo del todo, gracias a su constante su labor como orador, creador de opinión, y referente del socialismo en el país.

Aunque con cierto aire de persona que está de vuelta de todo --al que nadie hace caso pero al que todos escuchan con atención-- González será mañana un invitado de lujo para nuestra casa y su presencia abre una nueva etapa en la relación del diario con personajes de actualidad. Refrán: «Quienes contraponen liberalismo y socialismo, o no conocen el primero o no saben los verdaderos objetivos del segundo». (Pablo Iglesias).

martes, 6 de noviembre de 2018

La agonía de la ‘ciudad feliz’

Cáceres, la ‘ciudad feliz’, agoniza. Es un tema ya manido en las conversaciones de sus habitantes, pero aquello de que cuando el río suena agua lleva parece que tiene muchos visos de ser realidad aplastante. ¿Cómo puede ‘agonizar’ una ciudad otrora estandarte de la bonanza y la tranquilidad? ¿Y cuáles son sus síntomas?
Muchas son las señales que se hacen perceptibles a los ojos de todos y que apuntan a la ‘muerte’ de Cáceres. Una de ellas es el cierre de Eroski. Acabo de ver este fin de semana las estanterías de medias y ropa interior completamente tirada por los suelos, que no es más que un trasunto de lo que ha sucedido con la economía local. Recuerdo cuando ir al Eroski (el horroski lo llamábamos entonces) era sinónimo de hacer una buena compra o de evitar el tedio de una tarde lluviosa. Poco a poco, el establecimiento se fue apagando, mermando la calidad de sus productos y la atención al público. Y subiendo sus precios… En Cáceres se ha pasado de tener a Eroski como locomotora comercial a abandonarlo a su suerte. Y han sido los propios cacereños los que lo han propiciado.
Otro síntoma. ¿Cómo en una ciudad en la que cierran las microempresas constantemente pueden crecer las casas de apuestas como hongos? Si no hay dinero en los bolsillos me parece rarísimo que esos negocios puedan prosperar, pero así sucede. La superfarmacia de Isabel de Moctuzuma me encantaba y ahora hay en su lugar un mamotreto negro, que me da mal rollo.
Cáceres ha perdido la alegría. Salvo los grandes templos gastronómicos de los que podemos estar orgullosos, no hay ya ‘vidilla nocturna’, con locales casi vacíos y una escasa programación de conciertos que mantienen con estoicidad algunos nostálgicos. No voy a apuntar responsables políticos --que los hay-- porque creo que todos tenemos parte de culpa de la instalación de Cáceres en la absoluta molicie y la desgana. Y parece que ya es muy tarde. No va a querer instalar su negocio aquí ni Rita la Cantaora. Refrán: Gallo que no canta algo tiene en la garganta

martes, 23 de octubre de 2018

Los niños olvidados

Nada os concedió la vida. Apenas un hálito de consciencia, como si fuerais un error, un fallo del sistema, de esta matrix actual donde todo se compra, se vende o tiene precio. Hasta los úteros se alquilan.

Son los niños olvidados por sus progenitores y aparecidos muertos en autobuses, en coches o en domicilios donde empezaron a conocer la realidad de un mundo que os relegó al exterminio. Da igual que sea en México, Estados Unidos, Barcelona, Mallorca o Madrid. No hay fronteras cuando se trata de condenar a alguien indefenso a un ostracismo eterno y silencioso. El mundo gira en un vértigo demencial. Y a lomos de esa velocidad y su tráfago perdisteis lo único que teníais: la vida.

Existencias sin apenas recorrido, proyectos inacabados, acordes interrumpidos de un concierto con apenas compases, los niños olvidados me clavan en sueños su mirada vacía y penetrante a la vez. A veces pienso en sus padres y me pregunto qué pudo ser más importante en ese momento que procurar seguridad, amor, aire o alimento a sus hijos. Los imagino en una desesperación infinita, con los ojos envueltos en lágrimas sin escapar de la pesadilla en que se ha convertido su vida.

Siento que algo estamos haciendo muy mal todos si los cristales tintados de un coche esconden bebés muertos por la indolencia o el despiste. Y quiero creer que, como en el Peter Pan de James Matthew Barrie, viven ahora en el País de Nunca Jamás, ajenos al dolor de la existencia.

El alma de los niños olvidados debe estar en algún cielo, pero sus padres quedan condenados para siempre a un infierno en vida hasta el fin de sus días. Yo no podría vivir con el peso de esa culpa sobre mis hombros y siento una pena negra e infinita cada vez que leo una noticia sobre niños muertos por un descuido humano. Una sociedad que olvida los niños hasta la muerte está condenada irremediablemente al mayor de los fracasos.

martes, 9 de octubre de 2018

Arde Sintra

Cuando he leído este fin de semana que el fuego devoraba la sierra de Sintra (Portugal) no he podido más que sentir un estremecimiento. Con un balance de 18 personas heridas leves y cientos de evacuados, no cabe duda de que ha sido un incendio de grandes dimensiones, en este verano que no parece acabar nunca. Y mi corazón se ha conmovido porque no hace mucho tiempo estaba allí, conociendo los espectaculares recursos naturales y patrimoniales de la zona, declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.

Parece mentira que tan cerca de Extremadura se encuentren espacios tan llenos de historia y tan hermosos. Sintra no se conoce ni se disfruta en un día. Son necesarias varias jornadas para comprenderla en su totalidad. Tiene lugares que parecen sacados de cuentos de hadas, como el Palacio da Pena, residencia de la familia real portuguesa durante el siglo XIX. Su colorido, su arquitectura romántica y el excelente estado de conservación de las estancias sorprenden al viajero. Además, la simbología esotérica de sus jardines y fachadas siempre me intrigó. Destaco una ventana consagrada al Tritón como alegoría de la creación del mundo, que es de estilo manuelino. No deja indiferente.

En Sintra hay otro espacio que merece más de una visita: la Quinta da Regaleira. Adquirida por Antonio Augusto Carvalho Monteiro a los barones de Regaleira en 1892, parece totalmente un castillo de la bruja de Walt Disney. A todo el que le atraiga lo que esté relacionado con la masonería encontrará en el palacio y su espectacular jardín-laberinto el verdadero paraíso. Pocas veces he disfrutado tanto como cuando recorrí su pozo iniciático desde arriba hacia abajo y llegué a la Rosa de los Vientos. El lago de la cascada, al que se accede por unas grutas es otro de los lugares llenos de encanto y misterio.

Ahora que este incendio parece controlado, respiro tranquilo porque ese rico patrimonio, tan cerca y tan lejos, sigue intacto. Refrán: Fuego sin humo puede haber; pero humo sin fuego no puede ser.

martes, 2 de octubre de 2018

Eroski, adiós al ‘rompeprecios’

La inauguración del Centro Comercial Ruta de la Plata fue uno de mis primeros trabajos periodísticos en El Periódico Extremadura. Recuerdo una excelente fotografía de nuestros reporteros gráficos que reflejaba la ‘locura’ que desataba esa gran superficie entre los cacereños, quienes entraban como locos corriendo en pos del supermercado Eroski.

Entonces a Eroski le llamaban la ‘locomotora comercial’ del centro. Ahora que ese tren parece que va camino de vía muerta, viene a mi mente su primer gerente. Se llamaba Chus Condón. Su secretaria antes de que yo entrara a su despacho a entrevistarle me pidió por favor que no le preguntara su apellido. Un tipo singular, sin duda, este Condón, que se especializó en el reparto de folletos de ofertas. Normal, con esa filiación. A Chus, calvo y de mirada algo inquietante, le sucedió Pedro Calderón. Junto a Antonio de Salesanz, un experto en márketing llegado de Jerez de los Caballeros, se propusieron convertir a Eroski en la piedra angular de la ciudad. Y, en cierto modo, lo consiguieron. Calderón era un señor regordete y excesivo que parecía salido de una película española sobre el pelotazo urbanístico. Las cuñas en radio eran constantes y machaconas: «Eroski, Eroski, Eroski… ¡El rrrrrrrompepreciosssss!». Un día en plena fiebre’ eroskiana’ fui a entrevistar a Pedro Calderón y me dijo que «Eroski ya era más famoso en Cáceres que la Virgen de la Montaña». La frase, puro márketing, era un trasunto de la famosa de John Lennon: «Ahora Los Beatles somos más famosos que Jesucristo».

Me apena mucho que desaparezca Eroski de la ciudad, pues durante años ha sido el paisaje habitual de muchos cacereños de la provincia los fines de semana. Es muy triste que la desidia y el abandono hayan relegado al olvido a Eroski. Y lo peor son los puestos de trabajo que se pierden, síntoma de que algo va muy mal en esa ciudad. Refrán: La conciencia es un estorbo en el comercio.

martes, 25 de septiembre de 2018

Elisa Serna se nos fue tras levantar la voz

En esta España en la que parece que solo importan los ‘copieteos’ de tesis y los títulos dados a dedo, el fallecimiento de Elisa Serna ha pasado de puntillas por los medios de comunicación. De haber nacido en Francia, habría habido un día de luto nacional, pero aquí, enfrascados en nuestras luchas cainitas nos importa un comino que se haya muerto la primera mujer que reivindicó el feminismo y que pasó por la cárcel simplemente por cantar. Por cierto, murió de un infarto tras haber pisado un escenario días antes.

Formada musicalmente en la admiración a Agapito Marazuela y Paco Ibáñez, Elisa Gil (como realmente se llamaba) fue una gran luchadora contra la injusticia, además de antifascista, republicana convencida y con un universo poético musical como nadie tuvo en este país, ahora sumido en la cutrez. De un vigor en el escenario inusitado, son muy conocidas sus interpretaciones de A desalambrar, de Daniel Viglietti o de ¡A galopar!, de Paco Ibáñez. Fábricas y universidades fueron sus principales escenarios, conocedora de la importancia que tiene llegar a todos los niveles sociales. Ello le granjeó no pocos enemigos en la Brigada Político Social de Franco. Pasó por la cárcel de Alcalá de Henares por negarse a cumplir con las exigencias de la censura y pagó importantes multas. Junto a Hilario Camacho, Adolfo Celdrán y Manuel Toharia (sí, el meteorólogo fue músico en su juventud) fundó el grupo Canción del Pueblo, clave para entender la música de autor en España en los setenta.

En el homenaje tras la muerte de Hilario Camacho, que fue su pareja un tiempo, interpretó una emocionante nana acompañada simplemente por una silla. No le hacían falta guitarras ni grandes equipos de sonido. De belleza arrebatadora y de técnica depurada, cuando escucho sus discos y veo a los chicos y chicas de la Academia de Operación Triunfo me pregunto qué nos hemos dejado en el camino y pienso en lo mal que va este país. Refrán: Oídos que bien oyen, consejos encierran.

martes, 18 de septiembre de 2018

Tiempo de escopeta y perro

Ahora que se acerca la época de caza y que los aficionados desempolvan escopetas y cartuchos recuerdo a mi padre volviendo del campo, con la ropa de camuflaje, la canana vacía y el cinto lleno de pajarillos (cuando aún se podían cazarlos) y algún conejo. Estábamos en una fonda de cazadores en El Pedroso, pueblo de la Sierra Norte sevillana, cercano a Azuaga.

Mi pasión por la caza se quedó interrumpida ahí, en la infancia. Me gustaba ir al campo con él, visitando hitos en el camino, como la alberca o algunos restos de cuevas donde se decía que habían vivido maquis. A mí lo que me llamaba la atención era la naturaleza, sentarse bajo la sombra de los eucaliptos, saludar a otros cazadores y pastores. Pero lo de los tiros con aquella escopeta de cartuchos del calibre 28, los más pequeños, siempre lo vi como algo que no iba conmigo. Ni siquiera cuando le acompañé con la ‘pajarera’ (de balines Gamo) disfrutaba. Lo mío era ‘cabrear’ por el campo.

A mí me gustaría, aunque sé que es imposible, una caza sin muerte, sin depredación. Con la actividad cinegética me pasa lo mismo que con los toros, que no encuentro una solución satisfactoria al dilema que plantea. Yo me quedo con los paseos por el campo, con el contacto entre padres e hijos transmitiendo conocimientos sobre naturaleza.

Me dejó impresionado en la última Feciex, el testimonio de Joâo, un niño luso, que practicaba la caza con cimbel, un difícil arte con señuelo vivo, en el que era un maestro. Cuando recogió el premio que le otorgó Juvenex, explicó con una madurez impropia de su edad que en el campo era donde estaba su hogar y era feliz. Esperemos que los cazadores sepan transmitir en las redes sociales sus positivas emociones en el campo y no la ‘montonera’ de animales muertos. Ese selfi final estropea todo lo hermoso que ha venido antes: el paseo por el campo, el lance, la destreza del cazador… Ojalá logremos una caza más sostenible y ultrarespetuosa con la fauna. Refrán: Si cazares no te alabes; si no cazares, no te enfades.

martes, 11 de septiembre de 2018

Una romería mejor que una diada


Las romerías tienen para mí un gran encanto, mucho más que las diadas y demás zarandajas de moda. Ahora que los ecos del día de Extremadura se apagan y hoy amenaza con que resuenen otros con mucha fuerza, quisiera reivindicar nuestra forma de rendir homenaje a nuestra tierra, pues las ‘jiras’ tienen mucho de telúrico e identitario. La verdad es que donde esté una romería como las celebradas este sábado coincidiendo con el Día de Extremadura, con su Virgen en el campo, sus caballistas y amazonas, y su comida en el táper, que se quiten los calçots y los castellets. Bien de más.

De entrada, en una romería extremeña no hay que apuntarse para llenar tramos. A la romería se presentan los devotos de la Virgen, los del pueblo, los del pueblo de al lado, los emigrantes, los cuñados… y no te tienen que pasar lista. Eso es lo bueno, que tanto devotos de la Virgen como no creyentes van al campo a celebrar la fiesta en hermandad. No son fiestas excluyentes. No falta quien le de su pan al grupo de al lado porque le haga falta, ni su plato de oreja o jeta con tomate. Se comparte.

Me gustan las romerías porque nos juntamos en el pueblo personas procedentes de toda España. La Extremadura en la diáspora saca músculo estos días y los emigrantes rememoran los viejos tiempos, aquellos en los que el agua corriente era un milagro. En las romerías extremeñas se ven banderas de Extremadura, incluso hay quienes las venden para llevarlas como pulseras, pero no es tema de discusión. Mientras haya buen vino de pitarra, lomo y jamón todo discurre en ambiente de sana camaradería. Nada de lazos amarillos de la discordia que si se quitan o se ponen.

La verdad es que en el terruño tenemos carencias pero cuando se trata de pasarlo bien aparcamos las disputas que haya. Como mucho reivindicamos un tren digno. Pero curiosamente a los que se les hace más caso son a los que más ruido generan y se portan peor, como los niños pequeños. Refrán: Y la gente por el prado no dejará de bailar, mientras suene una gaita o haya sidra en el lagar (Víctor Manuel).

martes, 4 de septiembre de 2018

Ser extremeño

Este verano en Cascais (Portugal) asistí a un festival folclórico al aire libre. Sobre el escenario se sucedían las agrupaciones vocales que interpretaban en la madrugada hermosas canciones de alabanza a la tierra. Cuando una de ellas entonó un homenaje al Alentejo vi cómo los ojos de varios espectadores se llenaban de lágrimas. No eran personas mayores, ni emigrantes, sino jóvenes que sentían a su comunidad muy dentro de su corazón. Les envidié.

Ahora que se acerca el Día de Extremadura me gustaría saber cuán dentro de nosotros está el sentimiento de pertenencia a la región y si éste no se está diluyendo a medida que transcurren las generaciones. A lo largo de mis casi treinta años en la región he conocido de todo. Desde para quienes nacer en Extremadura ha sido solo una anécdota en sus vidas hasta quienes hacen gala a diario de esta condición. Aunque de estos últimos su número se reduce.

Me apena cuando el sentirse extremeño sólo sale a relucir en situaciones de adversidad o emigración. Los extremeños en la tercera provincia son como una piña, pero ¿lo somos dentro de nuestra propia comunidad autónoma? Tendríamos que ser más reivindicativos y estar más unidos en lo que verdaderamente importa. No podemos relegar la protesta y el pataleo para cuando la situación es ya una vergüenza pública, como sucede con nuestro vetusto tren.

Me gustaría que nuestra región fuera mucho más que un reservorio de votos y que pegara sobre la mesa un gran puñetazo para que se pudieran fijar en ella las demás comunidades. Tenemos talento, recursos, naturaleza bien conservada… ¿por qué entonces estamos relegados a este ostracismo en vida?

El viernes 7 de septiembre todo serán parabienes, pero me gustaría de una vez por todas abandonar este síndrome eterno de furgón de cola. Refrán: Buena fama merece, quien por su patria muere.

martes, 28 de agosto de 2018

La mentira y sus distintas variantes

La mentira tiene las patas cortas pero su puñalada es muy honda y quema como un tizón ardiente. La mentira crece en los páramos encendidos por el calcinante fuego de la envidia. La falsedad es la moneda de cambio con la que los pobres de espíritu esperan enriquecerse. La trola hace daño al honesto y sepulta al trolero en un lodazal de inquina. La falta de respeto a la verdad que ahora impera es un acicate que mueve a periodistas y escritores a trabajar cada día con más entusiasmo.
Los bulos son dardos lanzados por la cerbatana del rencoroso con la esperanza de dar en el centro de la diana de su odio. La media verdad es un nonato de nuestra ansiedad por castigar a nuestros enemigos. El maledicente se ahoga en el dolor con el absurdo anhelo de que al final se impondrán sus embustes.
El fake nace de la miseria moral y se extiende a golpe de ignorancia por el mundo virtual. Si Joseph Goebbels hubiera nacido ahora sería el hombre más feliz del mundo. A base de repetir verdades éstas se están convirtiendo en las nuevas mentiras globalizadas.
Cada día me desayuno un buen plato de mediasverdades para bajar mi colesterol desinformativo. La verdad cercenada no es más que el triunfo de un mentiroso astuto. El mundo del embustero es lo más parecido a la realidad virtual, pero siempre llega un momento en el que la autenticidad impera. Al menos eso nos consuela a los que buscamos la verdad. Los perseguidores de ésta levamos la linterna del conocimiento en la mano en medio de la más absoluta oscuridad.
Me preocupa este mundo hecho a la medida de los falsarios en el que los triunfadores son los magos de las apariencias. Y como se sabe estas suelen ser engañosas.
Seguimos viviendo en la burbuja, en esa matrix a la que alimentamos a base de las miserias de lo incierto. De nosotros depende cambiar las tornas y hacer de nuestra vida un espacio auténtico y verdadero. Refrán: La mentira y la verdad no pueden vivir en paz.


martes, 21 de agosto de 2018

Tópicos típicos sobre Extremadura

Es una pena que Extremadura aparezca en los medios de comunicación nacionales solo por noticias negativas, como las recientes cogidas de toros en las fiestas populares. O más triste aún, por nuestros vetustos trenes que se incendian a cada paso. Poner la lupa sobre esos acontecimientos exclusivamente forja una imagen deformada sobre nuestra región. Ahora que se acerca el Día de Extremadura cabe preguntarse a quién le interesa que de nuestra comunidad autónoma solo trascienda una visión de atraso o de mundo rural en exclusiva.

Los editores de los informativos en las televisiones nacionales trabajan con unos clichés que postergan injustamente a la región como un lugar al que acceder en tren es toda una odisea. Es muy triste que el espectador del País Vasco o Galicia solo sepa de Cuacos de Yuste o Garrovillas de Alconétar cuando un morlaco asesta al aficionado de turno una cornada. Muy pocos son los que conocen los vínculos con la historia de Europa del primer municipio o la belleza de la plaza Porticada del segundo.

En ocasiones, Extremadura parece se relega en los medios de comunicación a ser un anecdotario de efemérides meteorológicas, con informaciones sobre récords de temperaturas, sequía o precipitaciones. Sí, ‘extrema’ y ‘dura’.

Otro de los temas recurrentes en los medios de comunicación nacionales es la brecha salarial, como demuestra el reciente titular: «Los salarios crecen el triple en el País Vasco que en Extremadura». Siempre nuestra región se emplea para la comparación exagerada. Y ni hablar de cuando se trata de formación universitaria. Ahí somos siempre el furgón de cola.

Lo lamentable es que aún siendo ciertas esas informaciones, la región y sus ciudadanos atesoran talento, virtudes y grandes potencialidades que nunca aparecen en televisión o los grandes rotativos, a excepción de las bonanzas turísticas. Habría que plantearse una forma de comunicar mejor nuestras virtudes para no ahondar solo en nuestros defectos. Refrán: El mayor enemigo de la propia imagen, es la frustración.

viernes, 13 de julio de 2018

Banksy vuelve a cargar las tintas

Reconozco que hay una figura del arte contemporáneo que me fascina: Banksy. Fui a Amsterdam solo para ver una de sus exposiciones en el Moco Museum, coincidente con otra de Dalí. Las obras de este misterioso artista son un puñetazo directo al hígado. No sé si lo saben, pero Banksy no suele exponer en salas de arte al uso y no se le conoce su rostro. Todo en él es misterio. Prefiere la calle, el aerosol y la técnica del estarcido para dejar al espectador con un extraño sabor agridulce. París desde finales de junio coincidiendo con el día mundial de los refugiados está en el punto de mira del creador, que ha convertido muros y mobiliario urbano de París en el altavoz de sus mensajes hipercríticos hacia los políticos.
De Banksy se sabe que es británico y poco más. Ha elegido los barrios parisinos en los que la inmigración es más fuerte, concretamente los distritos XVIII y XIX en el norte, donde ha colocado sus obras de arte. La más impactante es una reinterpretación del cuadro Napoleón cruzando los Alpes de Jacques-Louis David. Ahora Napoleón luce una sábana que le tapa el cuerpo y lo presenta como un líder que no sabe dónde va. Ha pintado esta obra en la fachada de unas viviendas sociales. Concentra todos los problemas que vive el país: la extrema derecha, la inmigración, la islanofobia. Los vecinos incluso pensaron que la intervención de Banksy era un acto vandálico, pero cuando se fijaron en los detalles se dieron cuenta de que es una obra de arte con un gran mensaje. Al tratarse de arte callejero, su trabajo está expuesto a la degradación, a los grafiteros y a la acción de los contrarios a su mensaje. También ha aparecido en París una enigmática niña diseñada en motivos florales rosa pero con una cruz gamada al fondo. Los artistas de París se han apresurado a colocar capas de plástico para que no se deteriore. El artista también ha dejado su marca en la Sala Bataclan, escenario de la matanza del 13 de noviembre de 2015, donde ha pintado en una salida de emergencia a una mujer triste. Un genio de verdad. Refrán: El artista debe ser mezcla de niño, hombre y mujer.

EL DINERO DEL FUTBOL

martes, 3 de julio de 2018

El dinero del fútbol

Tras la derrota el domingo de la Selección Española en el Mundial de Rusia invaden a la ciudadanía sentimientos de rabia, búsqueda inmediata de culpables, frustración… Comienza la caza de brujas entre entrenador, cuerpo técnico y jugadores por una participación mediocre, precedida del escándalo y con una calidad de juego discutible. Sin embargo, no nos paramos a pensar sobre otros aspectos de esta realidad que deberían indignarnos aún más.

El primero es el dinero que mueve el fútbol. Es cierto que el pago a los servicios debe ir en función del talento y la responsabilidad. Por eso creo que los contratos millonarios deberían tenerlos los investigadores, los médicos y personas que se dejan la vida por mejorar nuestras vidas en laboratorios, buscando vacunas o soluciones médicas, sin el reconocimiento de la masa. Ésta parece más preocupada de Messi y Cristiano Ronaldo que por quienes investigan sobre el cáncer o las enfermedades raras. Algunos jugadores ganan 35 millones de euros al año. Es una cifra que me parece inmoral a estas alturas de partido. El caso es que el fútbol genera esos beneficios. Los contratos por los derechos de retransmisión de partidos de liga o del propio campeonato del mundo marearían a cualquiera. Muchos clubes forman a jugadores en sus canteras para después traspasarlos también ganando dinero a mansalva. Hay jugadores que ganan tanto que cuando defraudan a Hacienda se trata de cantidades astronómicas. Ellos en los juicios se limitan a contestar aquello de «No sé, eso lo lleva mi padre o mi mánager. Yo solo me dedico a jugar».

Mientras tanto, en el público, en los hinchas y en los seguidores se sigue cumpliendo aquello del ‘pan y circo’ de los romanos. Nos dan un entretenimiento que al sistema le reporta grandes beneficios, a nosotros nos atontolina y, mientras, unos pocos se lo llevan calentito. Y los equipos modestos siguen sin levantar cabeza. A ver si el Extremadura este año nos da la sorpresa. Refrán: De fútbol y medicina todo el mundo opina.

martes, 26 de junio de 2018

Adiós a Koko, la gorila que hablaba

En La Isla del doctor Moreau (1896), obra maestra de H.G. Wells, se abordan los peligros de jugar con la genética y de las delgadas distancias que separan los animales de los seres humanos.
En la época en la que se escribió este libro en la mesa del debate estaba la vivisección de los animales, práctica que ahora se nos antoja una locura, pero que entonces era común para el estudio de las especies. Por entonces, algunos científicos se creían tocados por la divinidad y hacían auténticas salvajadas para alterar la personalidad y el carácter de sus ‘víctimas’, por muy animales que sean. Por cierto, que el doctor Moreau acaba siendo asesinado por sus bestias a pesar de haberlas ‘humanizado’. El instinto animal se acabó imponiendo en el texto de ciencia ficción.
Me viene a la cabeza esta novela por el triste fallecimiento de Koko, la única gorila que se comunicaba con los humanos a través del lenguaje de signos, en su refugio de las montañas de Santa Cruz, en California (EEUU). La propia Fundación Gorila ha publicado un comunicado de condolencias en el que recuerda que Koko quedará en la memoria de todos como ejemplo de comunicación y empatía entre especies.
Desde muy pequeña Koko se comunicó con los hombres con el lenguaje de signos, concretamente con la investigadora Francine ‘Penny’ Patterson y la experta en lenguaje de señas June Monroe. La imagen de Koko mirándose al espejo en la portada del National Geografic en 1978 dio la vuelta al mundo. Y repitió primera página cuando pidió –por signos- un gato como regalo de cumpleaños.

No sé qué pasaría si pudiéramos entender lo que nos dicen los animales. Los toros que estos días han participado en los Sanjuanes ¿qué nos dirían? ¿Y los de San Fermín? ¿Quiénes demuestran un comportamiento más animal, más de manada, en ocasiones? Lo dejo ahí. Espero que pronto muchos más animales hablen como Koko. Refrán: A mono viejo no se le hace monisqueta.

martes, 19 de junio de 2018

Periodismo en la era de la posverdad

Todas las intervenciones de la pasada gala de los Premios Empresario del Año 2018 (por cierto las más vistosa y divertida de las 23 ediciones que llevamos hasta ahora) tuvieron un tema en común: las noticias falsas. La mentira, antítesis del periodismo, ha preocupado siempre a los profesionales y ahora a los amos del mundo. ¿Saben ustedes cuál ha sido el tema estrella de la última reunión del Club Bilderberg en Turín? Pues la posverdad, la trola.

¿Cómo evitar tragarse un bulo? Lo primero es distinguir los medios de comunicación que hacen una exhaustiva comprobación de la veracidad de las informaciones de aquellos que funcionan a golpe de ‘cortar y pegar’.

También recomiendo al lector hacer caso al sentido común a la hora de valorar una noticia y no a los prejuicios. Esa es la puerta de entrada de las noticias falsas a nuestro imaginario. Si una noticia ‘chirría’ hay que ponerla siempre en cuarentena y contrastar en otros medios y fuentes. Existen muchas webs en busca del like fácil y noticias generadas en agencias publicitarias que buscan colarse por las rendijas de la urgencia diaria en las redacciones, ahora muy adelgazadas en los medios tradicionales. Un viejo aforismo reza que «cualquier cosa que alguien quiere que se publique es publicidad y que todo lo que alguien no quiere publicar es periodismo». Por eso los periodistas son más necesarios que nunca ahora.

En este momento en el que las redes sociales encumbran o hunden a cualquier cargo público con informaciones que corren como la pólvora, urge que los ciudadanos sepan que detrás de una noticia firmada por un periodista está la garantía de fuentes contrastadas. Lo demás es adorar al algoritmo de Google. Refrán: Consejos vendo, que para mí no tengo.

martes, 5 de junio de 2018

Crucifijos

Sin biblias ni crucifijos. Así ha sido la toma de posesión de Pedro Sánchez, nuevo presidente del Gobierno, abriendo una nueva etapa desde el minuto uno. Este país teóricamente aconfesional, como se refleja en su Constitución de 1978, ha tenido, sin embargo, mucha reticencia a abandonar estas liturgias.

Antes de la Reforma Política, Adolfo Suarez se arrodilló ante el rey y la Biblia, colocando estos valores por encima incluso del propio Gobierno, fuera de la ley. Todos los presidentes del Gobierno han jurado o prometido sus cargos ante el texto sagrado y el crucifijo. A pesar de que la relación con la Iglesia es la de un Estado laico. Pero eso solo es en la teoría, puro papel mojado.

De facto, el peso de la religión católica es innegable en el devenir de la sociedad española, hecho alejado de lo que debe ser una realidad plural, en la que conviven muchas formas de entender la relación con lo trascendente. Además, el papel de la Iglesia en la educación, con conflictos eternos sobre quién da las clases de religión y cuántas horas, está siempre en el epicentro del debate. Eso sin hablar de regalías, exenciones fiscales y concordatos con la Santa Sede.

El crucifijo está presente en mi vida. Me santiguo por la mañana antes de salir de casa y a la hora de dormir. El sufrimiento de Cristo en la cruz tiene para mí, como para muchos, un hondo significado de entrega a los demás. Sin embargo, a estas alturas del siglo XXI, no creo que sea un elemento que se deba imponer ni aparecer en los rituales de asunción de poder. La religión, creo, debe mantenerse en la esfera de lo privado y personal, habiendo de mostrarse respeto tanto por quienes practican cualquier credo como para los que no.

Y por último, la tutela del crucifijo y la Biblia no ha sido nunca garantía de nada. Casi todos los políticos nos han acabado, finalmente, decepcionando por mucho juramento sacro que hicieran. Refrán: Con la cruz en el pecho, pero el diablo en los hechos.

martes, 29 de mayo de 2018

Te recuerdo Florentina

Todo el mundo debería volver a casa después de ir a trabajar. El trabajo no debe entrañar nunca poner en peligro tu vida, ni la de los demás. El trabajo no dignifica, como decía mi tía-abuela Carmela, maestra nacional en la república. El trabajo no nos hace libres, como se podía leer en el frontispicio de los campos de concentración nazi.

El trabajo es simplemente un intercambio, de esfuerzo, de talento, de actividad... por dinero para vivir, no para morir. El trabajo no es una suerte, una bendición divina, ni algo por lo que matar, mentir o prostituirse. El trabajo es, ni más ni menos, que un derecho recogido en nuestros más altos textos normativos. Por eso, cuando alguien va a trabajar y no vuelve, cuando el trabajo no sirve para ganarse la vida sino para perderla, no es trabajo... es un gran engaño.

En mi pensamiento tengo a José María Sánchez Tejeda (56 años) que falleció la semana pasada mientras trabajaba en un edificio en Madrid. Pienso en él, que fue al tajo y no volvió. Pienso en su mujer, Florentina Arroyo, y en sus dos hijas, que recibieron una llamada de teléfono que les cambió la existencia para siempre. Pienso en todos los obreros que diariamente se juegan la vida en obras. Muchos la pierden. Es cierto que cada vez menos. Pero en esta crisis económica cuando se trata de abaratar costes de lo primero que se tira es de la supresión de medidas de seguridad. Y que no me cuenten milongas.

Era la tercera semana de José María en Tygma, subcontratada para vaciar un inmueble. Fue el lunes a Madrid a trabajar. Como buen chinato era un excelente albañil. No regresó de la capital. En cinco minutos -como en la canción de Víctor Jara Te recuerdo Amanda- quedó sepultado por un derrumbe del edificio.

Ahora vendrán los sindicatos, el toma y daca entre la constructora, las subcontratas y demás miserias hasta que José María se convierta en un dato más, en una estadística, y solo queden las eternas lágrimas de Florentina como testimonio amargo de los que fueron a trabajar y no volvieron jamás.

viernes, 25 de mayo de 2018

Benito Moreno: ¡Ra, ra, ra!


Ha fallecido Benito Moreno Hurtado. Probablemente esta filiación no les diga nada, pero lo cierto es que se nos ha ido uno de los artistas y pensadores más completos que ha dado este país, como siempre más reconocido por el ciudadano de a pie que por las instituciones. Si digo que Benito Moreno es el autor del Ra, ra ra, durante años sintonía del programa deportivo de radio El Larguero es posible que el lector vaya ya situando a este gran artista.

En Sevilla era habitual verlo por el barrio de El Museo y, por supuesto, en el bar El Rinconcillo, famoso porque no se limpia el polvo desde su fundación, en 1670. Pero las tapas y vinos están de escándalo. Palabra.

Benito Moreno nació en la capital hispalense en 1940 y pronto estudiaría arte dramático en el conservatorio. Conoció que el filósofo Agustín García Calvo montaba obras de García Lorca e hizo una versión de Los títeres de la cachiporra con tanto éxito que fue prohibida por orden gubernamental. Se fue a Bretaña (Francia) y allí estudió Bellas Artes y acaba de profesor universitario durante dos décadas. En los años 70 regresó del exilio y entonces su hermano Josele –sí, el humorista de ‘Antonio, vente pa’España’- triunfa con su grupo Los Payos cantando María Isabel. Benito ofrece entonces un memorable recital junto a Carlos Cano, donde interpreta su conocidísimo tema España huele a pueblo. Por su parte, Cano canta por primera vez su Verde, blanca y verde, canción estandarte del andalucismo.

Los cuadros de Moreno, especialmente sus tauromaquias, son una delicia armónica de color y fuerza. En sus trabajos discográficos puso música a los grandes poetas andaluces, cosa que hizo con gran acierto con Bécquer. Ahora trataba de hacer lo mismo con Rafael Alberti pero, al parecer, su viuda le exigía unas condiciones leoninas para cantar al gaditano universal. En fin, lo que corrompe el dinero. Pero Benito resistió incólume a todos sus cantos de sirena. Refrán: ‘Me voy al Rinconcillo, viejo y amarillo. Allí está la tuna, siempre inoportuna, con esa ropita que solo en cintitas gasta una fortuna” (Benito Moreno).

martes, 15 de mayo de 2018

Medio siglo de la odisea de Kubrick

Antes de que yo naciera se proyectó en las pantallas de todo el mundo la película 2001: Una odisea del espacio. Entonces pasó sin pena ni gloria por los cines, pero poco a poco el público y la crítica fue desvelando los crípticos mensajes de la obra maestra de Stanley Kubrick. Actualmente, cuando se cumple medio siglo de su proyección, el significado de la película se agiganta y se revela aún más profético.
Recuerdo que como la película duraba dos horas y media se hacía un descanso para que se pudieran cambiar los rollos y se proyectaban unas diapositivas en la pantalla que ponían eso de ‘selecta nevería’ o ‘visite nuestro bar’.
Debo reconocer que la primera vez que vi 2001: Una odisea del espacio aún era demasiado pequeño para comprender muchos de sus mensajes, pero sí entendí que aquello era Cine con mayúsculas, una obra de arte: Las naves espaciales volando al ritmo del vals, los silencios en los confines del universo, la inteligencia artificial de los robots, el monolito de marras que aparece cada vez que el hombre da un salto evolutivo... Todo era fascinante.
La película contiene la mayor elipsis narrativa de la historia del cine, jamás superada hasta la fecha. El mono primigenio aprende a manejar los huesos como herramienta y en pleno éxtasis por su descubrimiento lo lanza hacia el cielo... Mientras rueda acaba transformado en una nave espacial.
Kubrick fue un visionario. De hecho, se documentó hasta la extenuación con expertos de la Nasa para que su obra fuera lo más realista posible. Y ese es otro de los aciertos de la película: Es de un realismo sorprendente. Tanto es así que se ha extendido el bulo de que el hombre no llegó a la Luna y todo lo que vimos fue rodado por el propio Kubrick por encargo de la Nasa.

Solo espero que el cineasta no acierte con las predicciones de su última película Eyes Wide Shut, donde el satanismo y las sociedades secretas dominan nuestra sociedad. Refrán: Algunas personas sueñan con hacer grandes cosas, mientras otras están despiertas y las hacen. Anónimo.

martes, 8 de mayo de 2018

Recuerdos de José María Íñigo

Entrevisté a José María Íñigo en el 2005 durante una Ifenor en Plasencia. Él pronunció una conferencia muy elogiosa sobre las bonanzas turísticas de la ‘perla del Jerte’ y le pregunté si en todos los sitios donde le llamaban para hablar (pagando por supuesto) hacía los mismos elogios. Él, que ya era un simpático cascarrabias, me contestó muy airado que no, que esos piropos que lanzaba eran de corazón y no correspondían a ninguna contraprestación económica.

Gracias a esta bendita profesión he podido conocer a ídolos de mi infancia y él era uno de ellos. Sin duda, José María Íñigo comprendió como nadie la importancia de saber idiomas y que lo que se cocía musicalmente en Londres era lo que más tarde iba a sonar en España.

A Íñigo también lo vi muchas veces en la Feria Internacional del Turismo, en Madrid. Durante un tiempo en el que no estaba en primera línea del foco mediático el comunicador y periodista comprendió el auge que experimentaban nuevas formas de ocio, como viajar a otros países. Como director de la revista Viajes y vacaciones visitaba el estand de Extremadura en Fitur y la foto con el consejero de turno en aquellos años era obligada.

Pero no se queda ahí mi ‘relación’ con Íñigo. De pequeño lo recuerdo en el circo. Sí, hace cuarenta años las estrellas de la televisión, de la única que había, hacían giras por los circos. Él junto a Miguel de la Cuadra Salcedo domaba elefantes en el espectáculo de Ángel Cristo. Ahora eso nos puede parecer una boutade, pero entonces era lo más normal del mundo.

Últimamente, lo escuchaba mucho en el programa de RNE No es un día cualquiera con Pepa Fernández. Poner la radio este sábado y enterarme de su fallecimiento ha sido conmovedor. No voy a abundar sobre sus virtudes como comunicador, que ya conocemos todos, sólo puedo decir que su voz y su trabajo incansable hasta el último día de su vida nos acompañarán siempre. Refrán: A la muerte ni temerla ni buscarla, hay que esperarla.

martes, 24 de abril de 2018

El milagro del indulto a ‘Orgullito’

Pocas veces sucede el milagro, pero pasa. Muy de tarde en tarde --y cada vez menos-- un toro es indultado en la plaza. Sucedió en la pasada Feria de Abril de Sevilla con ‘Orgullito’, de Garcigrande, al que El Juli lidió con maestría en la Maestranza. Con la fiesta nacional mantengo una relación de amor-odio. Pero en los indultos a los morlacos es cuando afloran mis sentimientos más comprensivos con la liturgia de la muerte al astado, precisamente por eso, porque no hay muerte, sino una protección de su vida a ultranza.

Justo Hernández, ganadero propietario de ‘Orgullito’, asegura que los toros indultados cuando vuelven al campo tienen una actitud especialmente arrogante «porque ellos mismos se saben héroes». No me extraña.

‘Orgullito’ tiene fiebre y puyazos profundos, pero todo apunta a que saldrá de ésta. Dicen que los toros indultados pueden llegar a vivir diez años convertidos ya en sementales. Cada temporada se suele indultar una veintena de ejemplares, aunque la cifra se va reduciendo lentamente. Los entendidos hablan mucho de la falta ‘de trapío’, de que la fiesta se está perdiendo por falta de toros realmente bravos.

El toro indultado es el animal que en el imaginario de lo que debe ser un toro-toro cumple todas las exigencias, especialmente en lo que se refiere a la entrega en la lidia. ‘Orgullito’ destacó por «su manera de empujar la muleta», asegura su propietario.

La verdad es que cuando veo en la plaza animal tan noble, hermoso y fuerte, no quiero que muera. Nadie en este encuentro hombre-toro debería hacerlo nunca. Por eso un indulto es una gran noticia, que ojalá se repitiera tanto que dejara de serlo.

Me gustaría que todos los toros de lidia fueran indultados y que la fiesta acabara con alegría para todos sus intervinientes. Pero los que ‘saben de toros’ aseguran que eso es imposible. Una pena. Refrán: Herido está de muerte, quien con sangre se divierte.

martes, 17 de abril de 2018

Bendita locura la de ‘Noni’

Bendita locura la de los empresarios que un día prefirieron crear riqueza donde antes no había nada. Bendita locura porque decidieron que fuera en Extremadura y no escucharon cantos de sirenas. Locos maravillosos que no se dieron por vencidos cuando les surgieron todas las trabas imaginables. Subidos en su colina vieron con nitidez que para ganar había que arriesgar. Y eso que podían perder.

Bendita locura la de los autónomos que levantan cada día el cierre de sus negocios o se echan a las carreteras en busca de sus clientes. Quijotes de la vida que no le tienen miedo al ‘no’ y que ven siempre oportunidades para vender sus productos y servicios. Maravilla de desquiciados que cuando llega una inspección de Hacienda o una auditoría lo tienen todo en regla, tras noches de insomnio y trabajo. Insensatos que, además de crear de trabajo, se preocupan de que las condiciones de sus empleados sean las mejores. No importa que ya falleciera aquel bizarro fantasma que a lomos de Rocinante cabalgaba en el desierto.

Amigos míos: Los locos le están ganando la batalla a los cuerdos, a los que solo buscan el calorcillo del subsidio y los panes prestados. El cerebro, el culpable de los miedos, del ‘no me arriesgo’, manda en los prudentes, en casi todos. Pero algunos pocos se lían la manta a la cabeza y deciden hipotecar su vida por un sueño.

Estas reflexiones las hago tras escuchar el discurso que Darío Martínez de Azcona, le dedicó a su padre, Antonio Martínez Buzo, ‘Noni’, en la entrega de Premios Turismo de El Periódico Extremadura. El hijo le llamaba ‘loco’ reiteradamente por haber puesto en marcha una red de hoteles. Él, que tenía una farmacia y podría haber vivido sin quebraderos de cabeza, decidió que había que darles a nuestros visitantes alojamientos dignos. Convirtió espacios en ruinas en soberbios alcázares del descanso. Obra, sin duda, de un tarado. Bendita locura la de ‘Noni’. Refrán: Ya no hay locos. Todo el mundo está cuerdo, terrible, horriblemente cuerdo. (León Felipe).

martes, 10 de abril de 2018

Las manos blancas de Dios

El hombre propone y Dios (o la naturaleza) dispone. La floración del cerezo en el Valle del Jerte ha comenzado tímidamente cuando se esperaba que ya este fin de semana estuviera en todo su esplendor. Fallaron los cálculos.

En la clausura en los fastos oficiales del Cerezo en Flor no había en esa zona apenas unos pocos árboles mostrando su blanco manto en las terrazas que el hombre araña a un paisaje agreste. Cosas de esta primavera que no llega, como dice Pau Donés en su canción.

Cuando uno arriba al Valle del Jerte estos días sin flores tiene sensación de jet lag, de que es preso de una cierta disritmia circadiana. Esperaba extasiarme con Dios vivo derramando sus manos luminosas por ambas laderas del Valle del Jerte. Desgraciadamente solo había una finca con los cerezos florecidos cerca de Valdastillas y aún no al cien por cien. Los grupos de turistas paraban sus vehículos en el arcén para hacerse la foto de rigor ante el cultivo totémico de la zona.

Subí hacía Valdastillas donde la naturaleza se expresaba también con fuerza. No sólo por la lluvia que caía en mi cabeza, sino también por el agua que brotaba de la Garganta del Caozo, que recogía las nieves y precipitaciones de este invierno infinito. Hermoso camino de castaños, fresnos, alisios y robles para llegar a un espacio donde el espíritu del bosque te habla al oído con las músicas del agua. Hasta llegar a la pasarela de hierro, donde todo el mundo se hacía fotos, había que completar un camino escarpado. Allí el agua te mojaba la cara. Era la bendición y el suave beso de Dios ante el hombre que solo puede contemplar los inmensos dones naturales que derramó con sus blancas manos sobre esta tierra única.

martes, 3 de abril de 2018

No saberse de la misa la mitad

En muchas ocasiones escucho a personas vanagloriarse de su total desconocimiento sobre temas religiosos. Y esta pasada Semana Santa me he topado con quienes, alardeando de ateísmo o agnosticismo, se jactan de no saber el significado de palabras como Cuaresma u homilía. Es una pena que en aras de su actitud ante la religión haya quienes justifiquen una inconsciencia total.

Es lo que antes se llamaba ‘No saberse de la misa la mitad’ o ‘la media’. Los orígenes de este adagio se hunden en el siglo XVI, cuando ante la demanda de fieles y la imposibilidad de los sacerdotes de llegar a todos lados, tuvieron que tirar de clérigos para atender las parroquias. No era extraño que, en algún momento de la misa, el tonsurado se quedara en blanco. Claro, no se sabía ‘de la misa la mitad’. Pues de esos hay multitud creciente hoy.

Especial confusión he apreciado en Sevilla este Jueves y Viernes Santo con el asunto de las mantillas y las siete visitas al Monumento. Después de la misa del Jueves Santo el Santísimo se reserva en lugares especiales para la Comunión del Viernes Santo, día en que se conmemora la Pasión y muerte del Señor.

Las mujeres visten de mantilla como homenaje al Santísimo y deben ir a hacer siete visitas a siete iglesias para ver el Monumento. Cada una de esas visitas tiene nombre: Huerto, Judas, Abandono, Tribunales religiosos, Mofas y burlas, Pedro, y Flagelación. Pues bien, incluso mujeres vestidas de mantilla y hombres de luto, como corresponde a la jornada, desconocen los pormenores esta liturgia tradicional.

También he visto en Sevilla cómo en un bar, cuando a cien metros estaba pasando el Santo Entierro, había ya una gran juerga flamenca con cajón, guitarra y bailes por sevillanas. No podían esperarse a la llegada de la Feria de Abril. Es un pena. Sólo desde el conocimiento puede llegarse al verdadero respeto a tus semejantes. Refrán: Con tanto decir amén, la misa no sale bien.

martes, 27 de marzo de 2018

Másteres de ‘pinta y colorea’

Las dudas que revolotean sobre el máster de Cristina Cifuentes ponen la lupa sobre las titulaciones universitarias de ‘pinta y colorea’. Profesores y alumnos llevan tiempo alertando sobre el fiasco de estos ‘másteres del universo’ que solo sirven para engordar el currículo de unos y las arcas y la vanidad de otros. Se trata, además, de un problema que extiende la sospecha tanto por la universidad pública como por la privada, más pendientes de la rentabilidad y de la pátina de alumnos ‘prestigiosos’ que de ofrecer una formación con las exigencias requeridas.

No es el caso de todos los másteres. Existen algunos que son incluso imprescindibles para un desempeño profesional con todas las garantías. La realidad es que los alumnos denuncian que en algunos másteres –no todos, insisto-- no hay clases presenciales o cuando las hay son superficiales y con los mismos contenidos que los de la carrera.

Durante el curso pasado se impartieron 3.772 másteres, unos 50 por universidad. Una locura en una institución cada vez con menos alumnos. Cada departamento quiere tener su máster, porque los profesores que no imparten posgrado son considerados ‘apestados’ en el ámbito docente.

A pesar del control que ejerce la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca) se está produciendo una inflación de títulos con unas exigencias de risa, en plena cultura del ‘esfuerzo cero’.

Estamos hablando de másteres, pero también se expiden títulos de grado, entre ellos el de ‘periodismo online’ a precios «negociables y con facilidades de pago», según publicidades que me han saltado navegando por internet.

Sin ‘hablar del peluquín’ de los cursos de formación online que ofrecen los sindicatos. Los puede contestar el ‘cuñao’, con el temario delante y con tiempo ilimitado y oportunidades varias. Está claro: el grave problema de nuestra sociedad es la formación, pero nadie lo quiere ver. Hay mucha pasta en juego. Refrán: De mal maestro no sale discípulo diestro.

martes, 20 de marzo de 2018

¿Quién puede matar a un niño?

Cuando los conocidos sucesos del pasado domingo se iban desencadenando me vino a la cabeza la película ¿Quién puede matar a un niño? (1975) de Chicho Ibáñez Serrador. El filme comienza con serie de fotografías de adultos maltratando a niños y una pareja británica que las contempla con perplejidad. Ella está embarazada. Van a pasar sus vacaciones a una isla del Mediterráneo. Una vez allí, los dos turistas descubren que no vive ningún adulto, que en el hotel nadie les espera y todo está plagado de unos misteriosos niños. Al final un pescador, el último adulto superviviente, les cuenta en pleno shock que han sido los pequeños los responsables de la matanza de todos los habitantes de la isla y que nadie pudo hacer nada porque a los niños no se les puede hacer nunca daño.

Al margen de esta boutade del maestro del terror, llevo dándole vueltas a las motivaciones que llevan a cualquier ser humano a matar a otro, y menos a matar a un ser indefenso, que sólo puede inspirar ternura o buenos sentimientos. También pienso en los padres de ese niño asesinado, de ese pequeño pez devorado por otro pez más grande y que sólo pensaba en sí mismo. Otro aspecto que me molesta son los tuits de apoyo de los políticos. Todos se apuntan a la condolencia, pero yo quiero menos pésames y que se pongan a trabajar en leyes que disuadan o pongan coto a estos comportamientos criminales. Menos tuits y más trabajar.

Finalmente, me quito el sombrero ante los profesionales que cubrían el caso y que, aun sabiendo de las sospechas sobre quién era la presunta asesina, dejaron hacer su trabajo a los cuerpos de seguridad del Estado, que finalmente pudieron desenmascararla. Había en el asunto un tufo extraño, una sospecha de caja llena de gusanos que solo podía abrirse desde dentro. Esperemos que estos días el asunto no se convierta en El Gran Carnaval de Billy Wilder. Refrán: Todas las personas mayores han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan). Antoine de Saint Exupery.

Radiografía de un instante almodovariano

La machacona, 1995. Pedro Almodóvar visita Cáceres, el territorio de su adolescencia, el espacio donde el cine pasó de pasión a vocación, viendo dos películas cada fin de semana como explicó el pasado sábado cuando recogía el Premio de Honor del Festival Solidario de Cine. Al fondo, un escenario underground: un cartel de la exposición ‘Obras de arte para gente arruinada’, una caja de cervezas Coronita, y un calendario de Kabaret Group. Es un camerino improvisado y se distinguen unas zapatillas de baile colgadas, junto a bolsas de plástico. Junto a él, se enciende un cigarro su acompañante, con un ademán algo desafiante. Al fondo, en el espejo, se ven reflejados los autores de la instantánea en blanco y negro, el fotógrafo Javier Caldera y el periodista José Ramón Valdivia. Se han enterado de que el cineasta está esa madrugada en Cáceres y han ido en busca de una exclusiva. Aún no es un director de fama internacional, pero ya ha rodado La ley del deseo o Átame. Después vendría Todo sobre mi madre y el reconocimiento planetario del realizador con raíces extremeñas.
Esta es una de las muchas imágenes para la historia que se conservan como un tesoro en el archivo de El Periódico Extremadura, que este año cumple 95 de trayectoria. Fruto de una gran inquietud periodística, es testimonio fehaciente de una época, la de los últimos coletazos de lo que se llamó ‘la movida’. Los profesionales de El Periódico Extremadura estaban ahí, como lo están todos los días para que no se escape nada de la realidad que nos rodea y llevársela a los lectores.
Todos hemos cambiado. Todos hemos crecido. Almodóvar luce ahora su abundante pelambrera totalmente canosa. En sus gestos y su discurso el paso de los años se adivina. El festival al que asistía hace un cuarto de siglo ya no es cultura callejera de fanzine sino un gran acontecimiento. Hemos mejorado en muchas cosas, pero aún nos queda a todos mucho por hacer en esto de la cultura. Refrán: Si dejas que pase el tiempo sin hacer nada, pronto te darás cuenta de que solo vas a vivir una única vez.

martes, 6 de marzo de 2018

Trasteros y algoritmos

En plena era de ciega adoración al algoritmo uno siente vértigo por la monitorización a la que se somete nuestro día a día. En San Fernando de Henares, Madrid, hay un equipo de ingenieros de Indra que trabaja las 24 horas del día para convertir los datos que regalamos a internet en información útil y, sobre todo, rentable para las multinacionales. Muchas veces pienso que si un like en Facebook es oro, qué no darían estas empresas por saber lo que atesoramos en nuestros trasteros o lo que guardamos en cajas cuando hacemos una mudanza.

Desde que llegué a Cáceres hace más de 25 años tenía solo una maleta con algo de ropa y una mochila. Cuando mi estancia se prorrogó se sumaron mi guitarra, otra maleta con más ropa y un equipo de música. Cada mudanza fue añadiendo cajas, de tal manera que resolví que toda mi vida era en realidad aquellas cajas donde guardaba cosas que consideraba valiosas para mí.

Este pasado fin de semana mi pareja ha pronunciado unas palabras que me han dado escalofríos: «Hay que arreglar el trastero». ¡Lo que pagarían en Google por conocer sus misterios! Aparte de un cajón flamenco, destacan dos jamoneros, una edición del Libro Rojo de Mao, un poster con un ovni con la leyenda I want to belive, unos herrajes para sostener macetas, miles de folletos de Fitur, las esterillas de la playa, un amplificador viejo, maletas de distintos tamaños llenas de sábanas, una goma gigante con el lema Borrando rayas, películas en VHS, aparatos de gimnasia, merchandising cuya contemplación provoca unos segundos de placer, urnas de acuarios, gorras y ropa usada.

Me gustaría saber qué va a hacer Indra con esos datos ahora hechos públicos. Seguro que algún ejecutivo en un despacho se está frotando las manos mientras diseña un producto del que voy a sentir la necesidad de adquirir imperiosamente… Para después guardarlo en el trastero y que años después les sirva a otros directivos para hacerse de oro. Refrán: Al que organiza su trastero, se le mide bien el rasero.

martes, 20 de febrero de 2018

Elogio de la diferencia

Hacía mucho tiempo que no iba al cine. Pesaba mucho el 21 por ciento de IVA y el que en las últimas ocasiones la decepción por el visionado de un bodrio había sido mayúscula.
Pero este fin de semana me he encontrado una grata sorpresa en La forma del agua, una película de Guillermo del Toro, que me ha devuelto la ilusión por el séptimo arte. Y eso que el argumento, de entrada, echaba para atrás: una muchacha sorda se enamora de un engendro durante el tiempo de la guerra fría. Casi nada.
Lo que parecía una película más de monstruo y efectos especiales es un canto a la diferencia, un elogio a los distintos durante dos horas de humor, acción e intriga bien dosificados. La película no se hace pesada y te tiene hasta el final con el corazón encogido.
Además, la historia, aunque se desarrolla en los años cincuenta, tiene desgraciadamente muchas conexiones con la actualidad: la persecución a los homosexuales, el machismo, la incomprensión del diferente, la soledad y la incomunicación.
Con estos mimbres -y sin deseo alguno de hacer un destripe de la película- se teje una historia redonda, con malos malísimos, acción y crítica social a partes iguales. Imagino que en todo ello tendrá que ver el origen mexicano del director y los desmanes que el actual presidente Donald Trump está cometiendo en EEUU.
La protagonista no puede hablar, sin embargo logra establecer una relación íntima con el ser del pantano que los militares están estudiando. Y no es una historia de amor como en La Bella y la Bestia, aunque sí para mi gusto es también excesivamente melíflua.
Además, hay cierto choteo en el filme con el miembro copulador del ser deforme. Lo que parecía ser una simple anécdota se ha convertido en un argumento más de merchandising: una empresa ha fabricado un juguete sexual con lo que podría ser su forma. Ya los tiene agotados. Pero lo mejor es que vean la película. Es tan buena que no voy a hacer esta vez refrán. Vayan al cine.

martes, 13 de febrero de 2018

‘Portavozas’, ‘miembras’ y ‘altas cargas’

Recuerdo a un veterano linotipista y corrector de esta casa llamar ‘Tumbaburros’ al diccionario. No le faltaba razón. Y su imagen me ha venido a la mente cuando Irene Montero ha empleado el término ‘portavozas’, inventado por ella, imagino que para reivindicar un lenguaje más inclusivo con la mujer y no por ignorancia.
El lenguaje es lenguaje y no una herramienta política. Cuando así se utiliza lo estamos prostituyendo. El lenguaje no es feminista ni machista per se, sino la manera en la que se emplea. ‘Portavoz’ es genero común y el masculino o femenino lo determina el artículo o adjetivo que acompaña a la palabra. Son conceptos básicos, pero la ESO ha hecho mucho daño y ya no hay remedio para ciertas cosas.
Todo empezó en 2008 con Bibiana Aído, llamando ‘miembras’ a las diputadas del Congreso. Otro dislate que hizo temblar los cimientos de la mismísima RAE.
Hacer guiños al mundo feminista es, por supuesto, admisible a todas luces, pero no a base de dar patadas a nuestro rico, variado y hermoso léxico.
Ya Carmen Romero, diputada por Cádiz del PSOE, dijo en 1993 aquello de ‘jóvenas’ para animar a las mujeres a hacer carreras técnicas. Efectivamente, muchos pensarán que el lenguaje será lo que sus usuarios quieran que sea y que se pueden cambiar las reglas de juego de un plumazo. Pero eso no es así, la evolución no debe ser revolución, porque corremos el riesgo de que el lenguaje se convierta en un arma al servicio de oscuros intereses.
Creo que en la educación ha estado el gran error que nos ha convertido a todos --yo no me excluyo-- en machistas, conscientes o no. Queda una larga batalla por librar; la que de podamos hablar sin herir los sentimientos de nadie, sin levantar suspicacias y con pleno respeto a todos los géneros existentes, habidos y por haber. Refrán: La igualdad es el alma de la libertad; de hecho, no hay libertad sin ella. (Frances Wright)

martes, 6 de febrero de 2018

En gigantes ganamos por cinco centímetros

La película Handia inspirada en el gigante de Altzo ha cosechado nada más y nada menos que diez Goyas. Es una historia conmovedora sobre alguien que se sentía «un aborto de la naturaleza» y que debido a su descomunal tamaño llevó una vida de fenómeno de feria.
Joaquín Eleizegui Arteaga (1818-1861) medía 2,30 metros, y en plenas guerras carlistas tuvo que ir exhibiéndose por los pueblos y por los palacios de la realeza europea como el hombre más grande del mundo de su época. A cambio, su padre tendría pagado el tabaco de por vida.
Pues bien, en Extremadura hemos tenido también un gigante en tiempos pretéritos y que probablemente sufría de la misma enfermedad que su compañero vasco: la acromegalia.
Agustín Luengo Capilla, nacido en Puebla de Alcocer en 1849, compartió con su compañero vasco orígenes humildes y una existencia marcada por su enfermedad. Tuvo que trabajar en un circo para ganarse la vida. Y eso sí, medía más que Eleizegui: 2,35 metros de altura.
Otra curiosidad en la vida del gigante extremeño fue el pacto, casi mefistofélico, que firmó con el doctor Pedro González Velasco, que en aquella época montaba el Museo Antropológico de Madrid. A cambio de 2,5 pesetas diarias, el gigante extremeño se comprometía a donar su cuerpo a la ciencia para ser exhibido y estudiado. Lamentablemente el gigante murió una Nochevieja y sólo se pudo recuperar su esqueleto en buen estado, que se sigue exhibiendo en Madrid.
Actualmente, en la casa de cultura de Puebla de Alcocer se encuentra un pequeño y original museo, abierto hace tres años, con reproducciones de sus objetos personales, una estatua a escala, y uno de los zapatos que le regaló el rey Alfonso XII.
La historia de Agustín Luego bien merecería otro largometraje. En Extremadura hay talento para hacerlo. Nos falta tan sólo creer en nosotros mismos. Refrán: Una calentura, manda al gigante a la sepultura.

martes, 30 de enero de 2018

En la era de las ‘criptomonedas’

Todo está cambiando. No sé si a mejor o a peor, pero lo cierto es que al albur de esta economía en crisis y este mundo en guerra silente han nacido las llamadas ‘criptomonedas’, como el Bitcóin, el Ripple, el Ethereum, el Iota o el Litecoin. Nombres crípticos para divisas no menos misteriosas, de las que ya hay cientos pululando por internet.

El bitcóin es la más conocida y tiene una capitalización de mercado de 220.000 millones de dólares. En 2017 comenzó el año con una cotización menor a 1.000 dólares y cerró por debajo de los 14.000 dólares. Eso sí en diciembre casi rozó los 20.000, en vísperas de su aparición en el mercado de futuros CBOE de Chicago.

La volatilidad parece una de las características de los bitcoines, ya que esa moneda ha sufrido caídas espectaculares. Hay otro rasgo que me causa pavor: existe una ‘minería’ de bitcoines. Es decir, con una serie de ordenadores superpotentes trabajando sin parar haciendo cálculos complejos es posible generarlos. Es algo que mi mente analógica no concibe. No puede hacerlo uno en casa, porque se tardarían años, y por lo visto es necesario un gasto de energía considerable. Y hay un número de bitcoines fijo. Es el nuevo ‘oro 2.0’ de la era de la sociedad globalizada.

Otro lado siniestro de esta ‘criptomoneda’ es que su opacidad la convierte en perfecta para las transacciones del ‘lado oscuro’, léase blanqueo de capitales, narcotráfico o pago a sicarios. Y ojo, porque este sistema puede desmoronarse en cualquier momento.

Al fin y al cabo el valor del bitcóin es el que sus usuarios le quieran dar en cada instante y en la era global cualquier estornudo puede provocar que el castillo de naipes pueda caer al suelo lo mismo que el famoso cántaro de la lechera del cuento.

Yo, de momento, voy a crear el ‘bellotacoin’, que lo mismo puede ser rentable y me puedo retirar pronto. Refrán: Bendita sea la boca que da besos y no traga monedas.

martes, 23 de enero de 2018

Comerciales, los héroes anónimos

En los periódicos hay protagonistas cuyo nombre no aparece nunca. Y cuando digo nunca es nunca. Sin embargo, son los responsables de alimentar el motor económico de la empresa informativa. Convencen cada día a decenas de anunciantes de que nuestro papel impreso o nuestra web son los mejores soportes para que las empresas divulguen sus excelencias y encuentren a su vez nuevos clientes para ellas.
Son los comerciales, cuya actividad profesional, muchas veces vituperada y poco reconocida, posibilita que el producto que usted tiene entre las manos o lee en la pantalla sea completo, alternando la información veraz y contrastada de los redactores con los contenidos publicitarios que ellos se ocupan de gestionar. Y esa gestión no es nada fácil. Desde encontrar al anunciante, persuadirle de los beneficios del medio, acordar un tamaño, diseñar un anuncio hasta fijar un precio por la publicación.
Hace pocas fechas, una de nuestras comerciales históricas, Feli Lozano, se ha jubilado. Deja de venir físicamente a diario al periódico, pero está siempre con nosotros. Feli deja tras de sí una labor ingente forjada a lo largo de treinta años, tanto es así que el adn de el Periódico Extremadura no se entiende ya sin su generosa aportación vital.


Con Feli, y sus distintos coches, he hecho miles de kilómetros en pos de un anunciante al que había que hacer un reportaje de su fábrica, de un alcalde con el pueblo en fiestas o de asistir a una feria en algún lugar remoto. Con ella he conocido a fondo Portugal y sus ediles, algunos de ellos ciertamente bizarros. Las anécdotas con Feli --y con el resto de comerciales que se patean las calles-- son incontables y enriquecedoras. El lector ha de saber que los protagonistas de los periódicos no siempre firman o aparecen en los titulares de las noticias. Los comerciales están ahí, haciendo que la rueda de la economía funcione. Feli ha sido y es otra de nuestras heroínas invisibles. Refrán: Si quieres conservarte fuerte y lozano, la ropa de invierno usa en verano.

martes, 9 de enero de 2018

Adiós a un periodista discreto

El fallecimiento inesperado de Andrés Mateos Parrón el penúltimo día de 2017 ha caído como un jarro de agua fría sobre todos los profesionales que en algún momento hemos tratado con él. Existe un aforismo en las redacciones que reza que los periodistas sólo son noticia cuando mueren. Se ha hecho triste realidad con Mateos, jefe de prensa con el presidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra y en la primera etapa del gobierno de Guillermo Fernández Vara. Siempre en segundo plano, él fue ejemplo de virtudes muy necesarias entre los profesionales de la información como son la discreción y la templanza. Todo lo contrario a la actual tendencia a la ‘vedetización’.

También existe otro adagio entre algunos profesionales, que consideran la información de gabinete de prensa como un género menor, separado del fragor y la urgencia de las redacciones de los diarios y acomodaticio con la institución representada. En el caso de Andrés, funcionario y jefe de sección del gabinete de prensa de la Junta, no se cumplía. Tuvo que partir de cero junto a sus compañeros en la puesta en marcha de un gabinete con escasos medios y que en la actualidad es una de nuestras fuentes de información más consultadas.

Recuerdo que en un Salón del Jamón de Jerez de los Caballeros, en 1995, cuando saltó el asunto GAL y se habló de la existencia de un grupo llamado los ‘pata negra’, aproveché para hacerle una pregunta con algo de retranca al presidente Ibarra sobre el tema. Él respondió muy airado que «Jesucristo había sido traicionado por un Judas (se refería al dirigente socialista Damborenea) y que nadie había pedido la dimisión de Jesucristo». Hubo cierto revuelo con el tema y aquello salió en las televisiones nacionales. Ibarra se molestó in situ mucho por la pregunta, acostumbrado en esa época a una prensa muy benévola con él. Andrés Mateos me llevó aparte, me echó la mano al hombro y en vez de echarme la bronca me dijo al oído: «No te preocupes, has hecho tu trabajo». Refrán: Hombre bondadoso, nunca envidioso.

martes, 2 de enero de 2018

Las trampas de internet para periodistas

Acabo de leer Tengo a papá, un relato a tres voces de las últimas horas del comandante Che Guevara escrito por J.J. Benítez. Un trabajo de documentación, como siempre, exhaustivo y minucioso, que bebe en varias fuentes informativas para acercarnos un relato lo más fidedigno posible. A través de tres testimonios redactados en primera persona -de un agente de la CIA, otro de la inteligencia boliviana, y de uno de los guerrilleros que acompañaron al Che en su última aventura- Benítez ofrece una visión desmitificadora del revolucionario, a quien se presenta como visionario, alucinado, ególatra y narcisista, al menos en esa última etapa de la lucha guerrillera en Bolivia.

Todo perfecto pero… hay un error grave en las páginas de huecograbado (soy así de antiguo y las llamo así) del libro. Y es una fotografía en la que aparece John Lennon tocando la guitarra con Che Guevara. El pie de foto señala que Lennon había declarado que el guerrillero no tenía oído musical. Curiosamente es de las pocas fotos que no están firmadas en el libro. En realidad, jamás se produjo ese encuentro (que muchos quisieran) entre el músico y el revolucionario. La imagen es un fake, una noticia falsa que hace años se publicó en internet y en la que es fácil caer, quizá por el deseo romántico de que ese encuentro se produjera. La foto se tomó en 1972. Che murió en 1967. El músico de sesión con el que Lennon aparece es Wayne Tex Gabriel, a quien se ha cortado la cabeza y pegado la del guerrillero argentino.


No culpo a J.J. Benítez por el error. Me huele a que esas páginas han sido confeccionadas en la editorial y él no tenga nada que ver. Ni siquiera habla de ese asunto en el texto del libro. Me apena que un trabajo periodístico tan bueno quede ensombrecido por ese desliz. Internet está lleno de trampas, y los periodistas y editores podemos caer con facilidad en estas celadas de la era de la postverdad. Pido que en sucesivas ediciones se elimine la imagen y el pie de foto. Refrán: El revolucionario verdadero está guiado por verdaderos sentimientos de amor (Che).