martes, 7 de mayo de 2013

Ser preferentes


Estos últimos días he conocido en profundidad el drama de las preferentes y subordinadas hablando con algunos afectados de distintas regiones. Y no me estoy refiriendo a una caja de ahorros en concreto, sino que, por lo que veo, de entrada, la presunta tomadura de pelo ha sido en muchas entidades financieras del país. Dramas sangrantes, de viudas que habían confiado el poco ahorro que les dejó su marido para tener una vejez digna que se ha evaporado. Dolor de la cooperativista que se pasó veinte años trabajando ante la mesa de selección de ciruelas para que el fruto de tantos madrugones se disipe. Indignación del parado que creía tener un mínimo 'colchón' con el que pasar este trago de la crisis y ahora se ve con el agua al cuello.



¿Somos preferentes? Sí, en soltar pasta para que alguien amase capitales muy lejos, quizá en presuntos paraísos fiscales o vaya usted a saber dónde. ¿Estamos subordinados? Sí, a los tejemanejes de los que nosotros mismos hemos colocado en los consejos de administración y que ha resultado que no tenían ni pajolera idea de banca, pero de cobrar las dietas sí. ¿Pero quién asesoraba a esta gente?



Ahora muchos aducen que votaban lo que todos, por borreguismo. Aquí los 'preferentes' han sido quienes se han llevado calentito el resultado del trabajo de los obreros y pequeños ahorradores. ¡Cuánto dolor en las familias! Ahora, señores, hay hambre real en este país, así que las obras sociales son más necesarias que nunca, pero obras sociales de verdad, no actos en los que alimentar el ego de unos y otros, o fomentar el vasallaje entre poderosos y 'bienquedas'. Qué triste todo, ante la pasividad de muchos. Refrán: Cuando la propina es grande hasta el pobre desconfía'.