jueves, 8 de octubre de 2015

Liturgias en la Feria Ganadera de Zafra

La Feria de Zafra está llena de liturgias, como corresponde a un ritual ganadero de más de quinientos años de trayectoria. Todo es igual y todo es distinto a la vez como si del río de Heráclito se tratara. Animales escogidos de toda la región se valoran, se califican y se venden. Ya está. Los políticos aprovechan para hacer sus anuncios, conscientes del papel de altavoz que tiene el encuentro ganadero. El recorrido por las naves, los secretarios y presidentes de las asociaciones de criadores, salvo cambios puntuales, son siempre los mismos. En las conversaciones, los tópicos de siempre: la lluvia que animará las subastas, el número de visitantes que si supera o no el millón y cómo los cuantificamos, o si el éxito de público está ahogando la exposición ganadera. De hecho, tras más de veinte años asistiendo, conozco a algunos de los mayorales que preparan el ganado de sus jefes con mimo exquisito, atusándoles el pelo como estrellas de cine. Y en esta liturgia repetida este año pongo la lupa en dos novedades: un nuevo alcalde, José Carlos Contreras , veterinario y buen conocedor del percal; y una ausencia, la de Francisco Aragón , el factótum del ovino extremeño. En la entrega de premios de las razas ovinas de este año se anunció que el próximo año habrá un galardón con su nombre, enmedio de las lágrimas de su viuda e hija. La Feria de Zafra seguirá por los siglos y las personas --a veces anónimas-- que la hacen posible se van quedando en el camino dejando un surco por el que transita nuestro futuro. Refrán: La oveja del pastor, y el arado del labrador.