martes, 12 de febrero de 2008

SIGNOS INEQUÍVOCOS DEL FIN DEL MUNDO

Voy de vuelta a Cáceres por la A-66. La mañana es neblinosa. De pronto, un caballo blanco se cruza por la autopista. Los coches paramos y activamos las luces de peligro. Un conductor improvisa un capote con una gabardina para sacarlo de la carretera. El caballo se planta ante mi coche y relincha. Vuelve desbocado al prado. Primer signo: La rebelión de las bestias.
Regreso de Brozas y en la carretera de Navas del Madroño me encuentro un sidecar. Los dos conductores están vestidos de época con sus cascos de cuero, gafas de aviador y barbuquejo. La rueda del sidecar pincha ante mis ojos. Segundo signo: Vuelta al pasado y crisis mecánica.
En la calle Periodista Dionisio Acedo de Cáceres un hombre pierde el control. Camina dando saltos. Babea. Tiene los ojos exorbitados y farfulla palabras ininteligibles. Solo escucho una letanía de frases inconexas en varios idiomas. Cree que es el jefe de policía Vigum de los Simpson. Tercer signo: Hombres poseídos hablando lenguas extrañas.
Por la mañana, muy temprano, ante el auditorio en obras, contemplo un hombre con los pantalones bajados. Está defecando en público. Cuarto signo: pestilencia y anomia.
En el autobús Alsa de vuelta de Sevilla, un chico de no más de 13 años se fuma un porro de kilo y medio durante la parada obligatoria en Zafra. Quinto signo: Droga y corrupción de la infancia.
Me voy al baño de la estación y leo las inscripciones de la pared: ¿Quieres ser mi culito tierno? . No hay duda: el fin del mundo está cerca. Refrán: Si todo es nauseabundo es que llega el fin del mundo.