La noticia de que el guitarrista Eric Clapton dejaba la
música por una enfermedad me ha dejado sin palabras por un momento. Sin
embargo, al instante reflexioné y pensé que no era extraño que 'Mano lenta', a
su edad, después de una vida de abusos en todos los sentidos, sienta
"descargas eléctricas que le bajan por la pierna". Aún así es una
gran pérdida para los aficionados a la música el que ya no vuelva a tocar en directo
por culpa de una neuropatía periférica. Tras un pasado marcado por el alcohol y
adicciones --dedicó una canción en honor a la cocaína-- el artista nacido en
Ripley (Inglaterra) acaba de publicar un último trabajo titulado I still do que
ha tenido una acogida excelente. A finales del año se publicará una
colaboración de Clapton con los Rolling Stones. Quizá sea la última vez que
podamos escuchar un trabajo suyo. Es difícil aceptar que la situación no será
reversible y que esos dedos otrora seguros y decididos se han vuelto torpes y
doloridos. Una pena.
La vida le ha dado muchas oportunidades a Eric Clapton y
también reveses de los que probablemente no se haya recuperado por completo. En
1991 fallecía su hijo Conor tras caer de un rascacielos de Manhattan. El dolor
impelió al artista a la composición de su famosa Tears on Heaven , una canción
con la que arrasó en los premios Grammy del año siguiente, e incluida en un
disco llamado 'Unplugged', en el que hacía versiones en acústico de sus temas.
Un padre es difícil que se recupere de la muerte de su hijo.
El estribillo de esa obra maestra de la música puede traducirse como:
"¿Sabrías mi nombre, si te veo en el cielo? ¿Sería lo mismo, si te veo en
el cielo?".
Todos nos hacemos viejos, unos saben envejecer mejor que
otros. A algunos la vida les ha dado tantos zarpazos que los ha dejado
noqueados para siempre. Eric Clapton siempre será para mí el genio de la
guitarra eléctrica, aunque su mano ya no tenga el vigor primigenio. Refrán: Un
hombre con buen talento, vale por ciento.