martes, 5 de febrero de 2019

Medio siglo de un concierto mítico

El pasado 30 de enero se cumplió el primer medio siglo del concierto de despedida de The Beatles en la azotea del número 3 de Savile Row, sede de Apple Corps.

Yo aún no había nacido pero me gustaría haber sido uno de los transeúntes que alzaban su mirada maravillados por el canto del cisne de la banda musical más icónica de todos los tiempos. La escena ha sido imitada hasta la saciedad, convirtiéndose en un icono de la música moderna.

Todo era naufragio por entonces en la banda. Mientras Lennon estaba fascinado a la vez por Yoko Ono y las drogas, Paul McCartney trataba de llevar el timón de una nave a la deriva con su mítico bajo Höfner. Ringo Star movía sus baquetas como insólito espectador de una debacle humana, mientras George Harrison veía que su talento estaba reconocido más fuera del grupo que dentro de él y era ninguneado por el binomio de amor-odio Lennon-McCartney.

El tema Get Back! quería ser una vuelta a lo esencial, al rock sin adornos de los orígenes de la banda. Fue el primero que se interpretó. No había mucho ensayo previo. Hasta Lennon tuvo que ser asistido por personal de los estudios para leer la letra. Algunos temas se interpretaron varias veces y como no se sabían los versos hay versiones distintas en cada toma.

Y en medio de esa improvisación el teclista Billy Preston interpreta uno de los solos de piano eléctrico más recordados de la historia. El concierto era un reto en todos los sentidos. Primero técnico, pues además de ser grabado en cine, tenía que subirse toda la ingeniería de los estudios a un tejado. El siguiente de los retos era musical: cuatro músicos que se clavaban cuchillos al bajar de los escenarios tenían que tocar acordados. Y, por último, el reto de la seguridad pública, ya que la policía acabó con 40 minutos gloriosos desenchufando los amplificadores del grupo. ¿El resultado? El mejor concierto de la historia. Refrán: A la ira y el enfado, darles vado.