miércoles, 9 de enero de 2008

BALADA TRISTE DE LOS ÚLTIMOS DE LA NOCHE

Hay un viejo dolor en los últimos de la noche. Están muy cerca de ti. Reconocedlos en un karaoke en Mérida, en un disco pub de Plasencia, en las postrimerías de un cotillón en Badajoz. Son los hombres y mujeres con cara de gente, que apuran su última copa esperando una caricia que les hable de tiempos mejores. Tienen alma de perdedor, sonrisa que es una mueca, síndrome del juguete roto, demasiado adulto para jugar a nada. Son anhelos de pareja en el naufragio de la vida. El alcohol es su único compañero de juegos. Los últimos de la noche hablan con los camareros y estos les asienten con una condescendencia forzada.
--Las penas no puedan ahogarse en alcohol. Saben nadar...
En los arrabales de la conciencia, los últimos de la noche siempre están esperando un milagro, una mano que les diga que están vivos con un leve contacto.
Aguardan como estatuas algo que les haga sentir activos, un liviano calorcillo humano. Te esperan a ti, a que pases por alto su edad, sus taras, su inconsciencia y te decidas a entregarles tu amor.
Los últimos de la noche se han bebido el mundo de golpe y ahora quieren apagar el fuego eterno que les crece en el estómago. Están irremediablemente solos. Te piden un cigarro, buscan el contacto y tú te llevas la mano a la cartera, porque estás muerto de miedo.
Los últimos de la noche apuran la madrugada como si fuera el último cigarrillo. Ese que les llevará directamente al infierno del olvido. Refrán: A tu lado tienes un hermano. Dale tu mano.