martes, 8 de febrero de 2011

Plaza Mayor

Las revueltas en Egipto han vuelto a poner de relieve la importancia de la plaza Mayor en la vida de los seres humanos. La plaza Tahrir se convierte en estos días en un claro mensaje a los dirigentes de aquel país. Sólo seres humanos frente a los militares, desafiantes y altivos, alimentados con la fuerza que da el sentido común puesto en un mismo objetivo: que se vayan los sátrapas. Plazas mayores y mentideros ofrecen un espacio donde nunca se encontrará solo, donde su voluntad se reafirmará frente a las demás y se cargará de razón. Recuerdo otras plazas de gran importancia en los procesos políticos de este siglo. Por ejemplo, la de Tian´anmen, en la que los estudiantes se plantaban frente a los blindados. Aquello acabó con una represión brutal. El régimen sigue en sus trece de machacar los Derechos Humanos sin piedad.

No obstante, las plazas tienen también un lado más amable. Sin ir más lejos, este pasado fin de semana, en Garrovillas de Alconétar, su plaza porticada ha sido escenario para la procesión de san Blas, en la que participa todo el pueblo vestido de serrano junto a un santo especialmente recomendado para las afecciones de garganta. Yo me he puesto mi cordón al cuello y me siento inmune ante la faringitis y la tos perruna. Después de la procesión sale un personaje de precarnaval que no recogen las guías de turismo, la ´vaca romera´, que se encarga de dispersar a los asistentes de la plaza. Sí, siempre hay alguien al que no le gusta que la gente se concentre en las plazas para contar las verdades del barquero.

En Cáceres eso no pasa: si queremos protestar no podemos, porque nos lo impiden las obras. Refrán: Guárdame en casa y te honraré en la plaza.