martes, 14 de septiembre de 2010

El separado

Tener un amigo recién separado es una tortura. Empezamos ya la senda de los cuarenta años en adelante y siempre hay alguien de tu quinta cuyo matrimonio o ´arrejuntamiento´ pasa un sarampión que no puede superar. Todo sucede con una llamada a horas intempestivas.

--Juanjo ¿Tienes sitio en tu salón? Yo ya no aguanto más...

--Pues si supieras que tu parienta también me ha pedido hace un rato dormir en mi sofá...

--¡Ay! ¡Madre mía, qué cruz!

Claro, porque se separan los dos. Tu amigo --que es tu amigo y no hay más leña que la que arde-- y tu amiga, porque ella --la otra parte-- también es amiga. Y te ves envuelto en la espiral del conflicto. Entonces empiezan los dos a pedirte consejo sentimental. Todo se convierte en una retahíla en estéreo de afrentas, oprobios, odios enquistados con el tiempo y resquemores que se convierten en incendios en el alma. La mayoría de las veces son temas muy banales, normalmente relacionados con la familia política y el dinero. Esperan que sentencies como Salomón . Pero lo cierto es que cuando una pareja se rompe la culpa es de los dos, no sólo de uno. Si no hay niños la cosa es bastante fácil. Pero si la pareja tiene descendencia todo se complica y se hace doloroso, porque desgraciadamente se convierten en el arma arrojadiza de unos y otros. Pagan el pato de la inmadurez de sus padres y eso les suele dejar una huella de por vida. Es el paisaje desierto que deja el amor después del amor. Las cajas llenas de discos y fotos, los armarios vacíos y un eterno eco a "si tú no fueras tan...". Nos dijeron que el amor era eterno. Pero eso sólo sucede en las películas y en las parejas que lo cultivan silenciosamente a diario. Refrán: Al amor mal correspondido, ausencia y olvido.