martes, 4 de marzo de 2008

UN VIEJO PROFESOR DE LATIN

Era el típico ejemplo de "la letra con sangre entra". Ya el periodista Ignacio Camacho le dedicó una columna en el Diario 16 de Sevilla. Este profesor de Latín era famoso porque enseñaba, pero a qué precio. A mí me suspendía de forma reiterada y tengo que confesar que con cierta inquina. Era valenciano y estaba lleno de traumas. No sé qué habrá sido de él. Si vivirá en algún asilo todavía más chocho de lo que estaba, que era imposible. Era cruel con todo el mundo. A un chico homosexual lo vejaba sin piedad.
--A ver, Pedrito , sal a la pizarra y dime el ne-u-tro . ¿Tú no serás por casualidad de ese género?
Y Pedrito, que además de mariquita, era buen estudiante, le decía la declinación sin pestañear, pero marcando mucho las sílabas como Sara Montiel .
--Hay alumnos, sin aludir a nadie, Ventura , que están más preocupados en escribir en la revista del instituto que en estudiar Latín...
A mí me había mandado al fondo, al rincón, porque ponía por orden alfabético la clase. Decía que yo no "gozaba" con el estudio. La verdad es que sus exámenes tenían un gran nivel de exigencia. Salías hablando latín de sus clases.
--Eh, Ventura, deja de cantar que ya sé por qué ha llovido tanto este invierno.
Nadie le recuerda con cariño. De hecho, yo decidí que no estudiaría Filología por su culpa. Ahora que el nivel está subterráneo en la enseñanza no sé qué pensará este señor. Se sentirá el último integrante de una vieja religión. Bueno, que ni tanto como antes, ni tan calvo como ahora. Refrán: La letra no entra con sangre y quien piense eso es un malage .

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