martes, 30 de abril de 2013

Día del Trabajo, sin trabajo


Mañana es el Día del Trabajo. ¡Qué ironía que celebremos la efeméride con un índice de paro cercano al 25% de la población activa! Y estoy hablando de cifras económicas, pero tras ellas hay un drama humano que nos toca a todos, porque todos conocemos de cerca familias que se han quedados sin ingresos desde hace tiempo. Precisamente, la familia --que muchos se empeñan en destruir en aras de una ridícula modernidad-- es la que está consiguiendo que los españoles no nos lancemos a la calle a hacer barricadas. Muchos abuelos están aportando su pensión para que hijos y nietos puedan sobrevivir. La familia logra el milagro de que muchos puedan llegar a fin de mes. ¿Cómo explicaremos a nuestros nietos que el estado del bienestar apenas fue un espejismo? Porque, no seamos ingenuos, cuando este vendaval de la crisis cese --que lo hará alguna vez-- todos los derechos que habíamos adquirido no los recuperaremos. Hay días que me despierto por la mañana y me siento un rehén de Angela Merkel , y pienso que todo esto del euro ha sido lo peor que nos podía pasar, que nuestros políticos en realidad no nos representan para nada. Siento una gran pena por la actual fuga de cerebros que se está produciendo. Es una segunda gran emigración y ya no se trata de mano de obra no cualificada, sino de nuestros jóvenes mejor formados. No me extraña que un padre de familia desesperado la emprenda a tiros en la jura del gobierno italiano o que este fin de semana una mujer tratara de suicidarse en Córdoba lanzándose al Guadalquivir. Están tensando la cuerda, que como siempre se rompe por el lado del más débil. Refrán: Como el comer es diario, trabajar diariamente es necesario

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