viernes, 22 de agosto de 2014

Enredados con el móvil

Asisto a multitud de actos públicos, reuniones, discursos y encuentros institucionales. De un tiempo a esta parte es habitual que el orador se encuentre ante un auditorio más pendiente del teléfono móvil que de lo que se está diciendo. No es nada exclusivo de una tendencia política, ni siquiera de una franja de edad concreta. Hay momentos en los que todos los espectadores de la presentación de algún plan de inversiones o de carreteras está dale que te pego con las teclas del movil, a veces sonriendo furtivamente, con lo que deduzco que nada tiene que ver lo que escribe o lee con el motivo de su presencia allí. --No te molestes, es que están tuiteando la reunión... Ah, acabáramos, resulta que estos esforzados asistentes están realizando una audaz labor de reporterismo en las redes sociales. Qué cosas, yo pensaba que se trataba de una absoluta falta del respeto al ponente, pero no, al parecer estar metido en enviarle al cuñado el meme de turno o el vídeo satírico de moda es un ejercicio de responsabilidad democrática. Lo cierto es que al parecer un estudio establece en 34 veces al día la media en que las personas consultamos al móvil cada día. El 70% de las mujeres afirma tener miedo a perder su teléfono móvil, frente al 61% de los hombres. Esa dolencia del alma, llamada nomofobia (que no es miedo a los gnomos, sino a olvidarse el móvil en casa), está muy extendida. Creo que debería indicarse al comienzo de cualquier acto que es de mal efecto estar consultando el móvil, y que el tuiteo en esos casos debe reservarse a periodistas y comunicadores. Refrán: Dos ladrones tienes en casa tú, el teléfono y la luz.

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