viernes, 8 de enero de 2016

Siempre sillas vacías en Nochebuena

Llega la época de las reuniones familiares, de las cenas de empresa, de celebrar juntos un acontecimiento sucedido hace ya más de dos mil años: el nacimiento de un niño que cambiaría la historia del mundo con su mensaje de amor. Y no todos estarán en ese feliz reencontrarse. Nadie se libra de tener sillas vacías en las cenas de Navidad, familiares y amigos que ya no estarán más con nosotros. Este año echaré de menos a mi tío Manuel . El fue en su época lo que ahora llamamos un emprendedor. Aprendió de la mercería de su padre (mi abuelo) los secretos del comercio. Puso en marcha en Sevilla una empresa pequeña especializada en telas para vestidos de gitana, de la que decía orgulloso que era "creador, director y propietario". Con sus diseños las modistas hispalenses hicieron trajes que lucieron mujeres de toda condición --princesas, duquesas y cuerpos de baile-- por todo el mundo. Luchó mucho para que la industria textil catalana hiciera sus diseños de lunares exactamente como quería. Entonces fue un diseñador y artista pionero. Después de él siguieron otros su estela con más o menos gracia y ahora en su especialidad prima desgraciadamente lo industrial. Cuando unos grandes almacenes quisieron comprarle su marca no se dejó seducir. Genio y figura. Vivió en Londres cuando estaba de moda hacerlo y era la capital del mundo. Conoció bien India y Egipto. Amante y experto del arte sevillano y del buen comer. Encontró el amor definitivo en Coco. Tuvo con ella un hijo, Manuel, y se retiró del diseño. Muy personal y único en todo lo que hacía, fue generoso con quienes tenía cerca. Todos sus familiares hemos sentido mucho su pérdida y recordaremos esta noche y siempre su espíritu libre y sus frases llenas de ingenio que nos dejaban boquiabiertos. Manuel será este año mucho más que una silla vacía. Refrán: Amor y muerte, nada más fuerte.

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