Cuando pienso en la
honestidad viene a mi cabeza la famosa canción de Billy Joel Honesty, en la que
afirma que es una palabra solitaria. Solo, perdido y desazonado me encuentro
cuando escucho estos días las declaraciones de Francisco Correa en su defensa
por esa montaña de cargos que se le imputan: «Todos los españoles queremos
copiar en los exámenes, lo que pasa es que a mí me han cogido». Presupone el
investigado que la falta de escrúpulos, la sinvergonzonería y la corrupción están
en nuestro ADN patrio. Quiero no creerlo. ¿Es que realmente piensa que nadie
hay honrado en este país? ¿En qué círculos se movía este señor? ¿En qué balsas
de podredumbre vital estaban hundidos él y sus compinches? Querría decirle,
señor Correa, que en España, millones de trabajadores --muchos menos ahora por
su culpa-- se levantan para llenar las fábricas y los comercios y ni siquiera
se les ha pasado por la cabeza meter la mano en el cajón o contratar a un
lobista como le han definido a usted. A mí, lo de lobista me suena a lobo.
Francisco, dice usted que España está «llena de Pacos Correa». Aquello de que
el ladrón piensa que todos son de su condición se está confirmando a cada
declaración que hace. No he copiado en mi vida en un examen. Siempre he pagado
el IVA de las obras que he hecho en casa. Efectivamente, soy imbécil. Pero
ahora se me queda la cara de tonto sabiendo que hay gente como usted que --con
la connivencia del poder-- se han estado riendo de nosotros a mandíbula
batiente.
Mientras se volatilizaban puestos de trabajo y los que
existen están en condiciones precarias, ustedes, los intermediarios de la
entelequia, vivían por encima de las posibilidades de todos, dejándonos sin
pan, sin nada. Y no le deseo la cárcel. Devuelvan lo sustraído y en paz. No
quiero más que lo que nos corresponde. Eso es la justicia, dar a cada uno lo
suyo. Refrán: La honestidad es un regalo muy caro, no la esperes de gente
barata (Warren Buffett).
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