martes, 8 de octubre de 2019

Lapsus, confusión y promesas

Por un instante, el presidente en funciones levantó su cabeza de la lectura del discurso que le habían escrito. Llegó el momento, de la anécdota, de improvisar. Y mira por dónde, hablando de la China, confunde el ibérico de bellota, único en el mundo, con el jamón serrano, de cerdo blanco. Pero no voy a hacer leña del árbol caído.

El problema del estruendo montado ha sido el auditorio, el escenario donde se produce el lapsus y ante quién: los principales profesionales del ibérico en la Feria Internacional Ganadera de Zafra. A ellos no se les podía engañar como al chino de la historia. Parece mentira que después de tanta reunión de la Norma de Calidad del Ibérico, después de tanto sello de ‘Raza 100% autóctona’ todavía haya quien no sepa lo que es el jamón ibérico. Pero lo imperdonable es que el que está en la inopia es el presidente del Gobierno, aunque esté en funciones.

Hay errores y errores. Por ejemplo, en el poema Se equivocó la paloma de Rafael Alberti, la paloma confunde el mar con el cielo. Eso es comprensible. Lo que no es entendible es que confunda la noche con la mañana. Pues con el jamón sucede lo mismo, el ibérico es una cosa y el serrano otra, diametralmente opuesta. Negro frente a blanco. Pedro Sánchez se salió de la linde marcada del texto de sus asesores y nos dejó ojipláticos con su metedura de pata. Aún así, creo que uno de los derechos fundamentales del ser humano debe ser el derecho a equivocarse. Pero no dejo de preguntarme si hay que fiarse de quien va a una feria como quien acude a un caladero de votos y si se puede confiar en sus promesas. Por cierto, que el año pasado una pareja prometió casarse si su toro ganaba el concurso morfológico de charolés. Este año ambos ya lucían su anillo de casados. Y es que hay para quienes una promesa de palabra tiene el mismo valor que un contrato ante notario. Espero que los políticos sigan su ejemplo. Refrán: Cuando el pobre come jamón, uno de los dos está malo.

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