martes, 7 de enero de 2020

Ilusión, el día después

Hoy es el día del regreso a la realidad, del café caliente apurado deprisa, de llevar a los niños corriendo al colegio entre el tráfico y la bruma, del sentir de nuevo que faltan horas al reloj. Las fiestas navideñas, que en España se alargan hasta el infinito, han terminado. En muchas personas existe un sentimiento de alivio, porque hasta lo bueno cansa, y porque muchas veces en el interior del corazón hay heridas que se agigantan cuando afuera todo es alegría, aunque esta en muchos casos sea fingida o forzada.

A pesar de todo, me gustaría que la ilusión de los días pasados se conservara para siempre, que nos empeñemos en ser inocentes como niños, aunque la realidad nos golpee con la fuerza de un garrotazo. Recuerdo con emoción, los Días de Reyes de mi infancia y esos regalos que anhelaba y que llegaron, más tarde o más temprano.

Un ‘Autocross’ y un microscopio me hicieron en aquella época muy feliz y jugué con ellos hasta destrozarlos. Antes, los juguetes se cuidaban muchísimo y pasaban de unos hermanos a otros. Hoy todo es más tecnológico y pasajero, y me temo que muchos juguetes solo sirven para que los niños los contemplen, sin interactuar con ellos. A veces pienso que los niños de hoy -agasajados en demasía por padres que sufrieron muchas privaciones- se ven desbordados. Y tanto estímulo, tanto videojuego, de alguna manera los convierte en zombis.

Insisto en conservar la ilusión, a pesar de todo. Aunque el día a día esté lleno de angustias y amargores. Prefiero pensar que todo va a ir a mejor, que mañana nos irá bien, aunque incluso nuestros representantes discutan a cara de perro y con argumentos y modales rudos. Comenzamos nueva etapa. Espero, sinceramente, que el futuro que nos espera sea para crecer. Yo les he pedido a los Reyes Magos un tren digno para todos… Será cuestión de tener ilusión. Refrán: Cuando seas joven, de ilusiones. Cuando seas viejo, de recuerdos.

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