martes, 19 de mayo de 2020

El pellizco de Alejo y Sebastián

Cuando un médico enferma o fallece, no sé si a ustedes les pasará, uno siente como un pellizco emocional. Es como si en la batalla que sabemos perdida contra la muerte hubiera desaparecido una línea defensiva. Si, además, el facultativo es una persona conocida o cercana este retortijón de sentimientos es más fuerte. Algo así me pasó la semana pasada, y con emociones encontradas de alegría y desazón.

El miércoles las redes sociales difundieron el vídeo de la salida de la UCI de un paciente. A mí, lo reconozco, no me gustan mucho esos vídeos, pero en esta ocasión el aplaudido era el doctor Alejo Leal, a quien he tenido la suerte de entrevistar alguna vez.

Como sé de su bonhomía, de su cercanía y de sus habilidades como galeno, verle salir de este duro envite me llena de una sincera alegría. No pertenezco a su círculo de amigos, pero sí sé que, por encima de sus competencias profesionales, Alejo Leal es una persona excepcional desde el punto de vista humano. Sabe de mi afición por la fotografía y, siendo él un maestro de este arte, me aconsejó más de una vez sobre tal o cuál objetivo, aunque fuera yo un simple amateur. Suele ser habitual verle por Garrovillas de Alconétar y en alguna ocasión me envió al email alguna foto que me hizo por San Blas o la Feria de San Mateo. Es un hombre que sabe reírse de sí mismo y así lo demuestra en sus redes sociales, donde tira de santoral y buen humor.

En el otro lado de la balanza está la desaparición de Sebastián Traba, médico de familia en el centro de salud de Nuevo Cáceres. No lo conocía, pero querer seguir trabajando a pesar de poder jubilarse y el homenaje que le han rendido sus pacientes y compañeros lo dice todo de su calidad humana. No entiendo cómo la preocupación actual de algunos ciudadanos es la apertura o no de los bares cuando tenemos tan cerca tragedias como éstas. No podemos bajar la guardia ni un momento. Se lo debemos a ellos, a todos los que están en primera línea jugándose el tipo por nuestra salud. Refrán: El médico y el confesor, cuanto más viejos, mejor.

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