martes, 12 de agosto de 2008

El largo y cálido verano en el Torremolinos gay

Aquel verano mi amigo Juan y yo decidimos que iríamos a ligar a Torremolinos. Nada de bañarse ni broncearse. Nuestro objetivo eran las extranjeras. Cuando llegamos al apartamento del señor Odriozola , nuestro casero, nos atendió en la puerta un hombre en shorts y camiseta sin mangas muy ajustada, con las manos apoyadas en la cadera.

--¡Juaaaaanchu! ¡Llegaron los chiiiiiicooooos de Seviiiiillaaaa!

Y entonces apareció el señor Juan Odriozola , que tenía voz de barítono, marcado acento vasco y cuerpo musculoso. Todo normal, salvo un detalle... Tenía pintado el rabillo del ojo hasta las orejas.

-Me vine del País Vasco buscando un oasis de libertad, que solo me ofrecía Torremolinos...

Cuando le pagamos por adelantado la quincena salimos a dar una vuelta por el edificio. A cada paso nos guiñaban el ojo los inquilinos --la mayoría con cuerpos de gimnasio-- o nos ponían ´morritos´. Llenos de inquietud, nos animamos a llamar a un amigo de Málaga.

--¿Edificio Neptuno, decís? ¡Coño, si es el más famoso bloque gay de Torremolinos!

Nosotros éramos gente "perita" (de costumbres sanas, según el argot boquerón). Odriozola y su novio vivían puerta con puerta con nosotros. Como apenas hacíamos ruido y volvíamos a buena hora al apartamento se ofrecieron a "renovarnos" el aquiler por la mitad de lo que nos había costado la primera quincena. Incluso su última oferta era no cobrarnos nada por la estancia. Creyeron que éramos otra bonita pareja gay. Aunque nos volvimos a Sevilla a los 15 días previstos, fueron unas vacaciones divertidísimas. Refrán: A veces en lo invertido está lo más divertido.

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