martes, 9 de abril de 2019

El arte de lo (im)posible

Leí hace mucho tiempo que la política es el arte de lo posible. Esta frase está atribuida a diferentes pensadores, como Maquiavelo, o Bismarck. Como el primero del que se dice que la dijo es Aristóteles quiero creer que fue él el que tuvo esta primera visión, tan llena de ingenuidad y esperanza a la vez.

Con el tiempo me he dado cuenta de que, en realidad, la política es el arte de lo imposible. Con la cercanía de las citas electorales ya estamos viendo que nos enfrentamos a nuevos tiempos, llenos de cambios, con nuevos actores y estrategias bizarras.

A mí me preocupa la política local, la pegada a ras de suelo, la del día a día de nuestros pequeños municipios. En ella alcaldes y concejales lo son full time, 24 horas al día y padecen en carne propia las demandas ciudadanas, que a veces no responden a necesidades reales sino a estrategias de desgaste o inquinas personales. Cualquier político local, de cualquier signo, me merece un gran respeto. Su servicio al ciudadano le hace estar siempre disponible y expuesto a la queja y pocas veces al elogio.

Por eso voy a sentir que Isabel Molano y Pedro Solana, alcaldesa y primer teniente de alcalde de Arroyo de la Luz, no concurran, por distintos motivos, a las próximas elecciones municipales. Al margen de partidismos, me temo que la política en general se está despojando de gente honesta --que es la que realmente hace falta-- y engordándose con ciudadanos que ingresan a ella como forma de vida, o para servirse de ella y no para servir a los demás, como creo que ha sido el caso de ambos. Es un sentimiento generalizado que percibo en todo el espectro político, sin excepciones. Los buenos se van, cansados o por aquello del que «se mueve no sale en la foto». Esperemos que las próximas elecciones traigan aires nuevos y responsables ciudadanos cuyo objetivo sea construir futuro a los demás y no garantizarse la mamandurria propia. Refrán: El respeto a la ley, comience por el Rey.

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