viernes, 19 de agosto de 2011

Jóvenes

Ahora que estamos a vueltas con la Jornada Mundial de la Juventud y tras pasar los ajetreos folclóricos de la Virgen de Agosto, festejadas por todo el territorio extremeño, quiero ofrecer a esos jóvenes peregrinos mi admiración. Con la que está cayendo, con este mundo volátil en el que el tanto tienes, tanto vales es la moneda de cambio, el que los garantes de nuestro futuro den ejemplo de sacrificio y compromiso es como para festejarse. En estos momentos de crisis y cambio he escuchado muchas críticas hacia el colectivo de los más jóvenes. Yo me niego a ser pesimista respecto a ellos. Lo de la generación Ni-Ni es aplicable a una franja de la población, pero en ningún caso a su totalidad. El colectivo 15-M también ha demostrado --aunque con sus excepciones, claro está-- que hay ganas de cambiar los cimientos de la sociedad. Hoy quiero ver que los más jóvenes son una luz que guía al mundo, aunque todavía no sepan a donde. Es cierto que esas miles de personas que participan en la JMJ estaban escondidas o son advenedizos: los templos y las misas registran una afluencia de jóvenes casi inexistente. La Iglesia debería plantearse en qué falla su mensaje o lo caduco que está. Pero miremos la fe y la fuerza de estos muchachos y no sus carencias. Quizá en el futuro sean lo único a lo que podamos agarrarnos. Me gusta la gente que cree en algo y tiene por lo que luchar cada día. Son un ejemplo para todos. Otra cosa es que Benedicto XVI nos pueda caer mejor o peor y que sus gastos nos parezcan ofensivos. Espero que la juventud le haga saber que ese derroche es obsceno, así como los casos de pederastia protagonizados por algunos sacerdotes. Refrán: Juventud, divino tesoro que ya te vas para no volver .

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