jueves, 28 de diciembre de 2006

DE MARCHA CON CRISTINA PATO

Tener mitos, deseos y anhelos es una de las cualidades típicamente humanas. A veces, esos sueños son cosas sencillas. A unos les da por la pesca, por pintar, por hacer ganchillo, por aprender manualidades... Las universidades populares están llenas de soñadores con ganas de aprender. Pero yo defiendo los sueños imposibles. No me refiero a hacer un viaje al Nepal. Eso puede materializarse con dinero. A mí me gusta hacer realidad cosas que no pueden comprarse de ninguna manera. Por eso hace ya unos cuatro años me fui a Talayuela a un concierto de Cristina Pato . Siempre me fascinó esta pianista y gaitera, no sólo por su virtuosismo, sino por otras cualidades que la hacían atractiva ante mis ojos. A ese concierto en la casa de cultura asistió, sobre todo, chiquillería. A ella dedicó parte del recital. Les explicó las partes de una gaita: soprete, punteiro, fol, ronquete y ronquillo. Muy bien. Cuando acabó la actuación fui a felicitarla y a darle una cinta con algunos temas celtas que por entonces yo tocaba. Entonces comenzó una correspondencia por correo electrónico sobre temas musicales y esas cosas tan culturetas . Aquel encuentro fue breve y mi gran deseo --irme de copas con Cristina Pato-- no se había cumplido. Poco después vino a Cáceres a tocar en el Día de la Mujer. Me la encontré en la plaza Mayor y entonces sí nos tomamos unos larioscola . Después no volví a recibir ningún correo ni a tener noticias. Creo que se casó con un batería con buenos brazos. Refrán: Cuidado con los sueños, que pueden hacerse realidad .

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