jueves, 28 de diciembre de 2006

LA FUERZA DE LAS PALABRAS

Te quiero. Te odio. Te estimo. Pienso. Deseo. Amo. Vente a vivir conmigo . Son sólo palabras. Apenas unas sílabas mal hilvanadas en nuestras bocas, pero cómo tumban, cómo tocan, cómo besan sin labios. Las palabras son espadas dormidas, esperando a un samurai. ¡Cuánto daño hace un adiós ! ¡Y son sólo cinco letras! ¿Y el poder lenitivo de un te quiero, volvamos a empezar ? Desde que nacemos estamos rodeados de palabras. Nos pegan en el culo para que lloremos, pero en realidad buscan que pronunciemos la primera palabra. Y cuando lo hacemos nos llenan de regalos, vienen a vernos los abuelos y se llama a las vecinas. ¡Ha pronunciado su primera palabra! Bienvenido al club. Las palabras hieren, significan, atrapan la realidad como el pescador que lanza las redes al mar. A veces la captura es copiosa y las palabras se transforman en poemas, novelas o cartas de amor. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste el amor sólo con palabras? ¿Cuándo tocaste aquel cuerpo con la ternura de tus adjetivos? Y qué dificil es su significado. Amo , por ejemplo. Es la primera persona del presente del verbo amar. Y también es un sustantivo para designar al dueño, al tirano, al mandamás. ¡Qué ironía! Parece que se burlan de nosotros. Aún recuerdo una de las primeras columnas que escribí sobre una dependienta galante que me regalaba yogures. Al parecer el texto se publicó cuando no le habían renovado el contrato. Gracias a aquellas palabras la han vuelto a llamar. ¿Las culpables? Las palabras. Refrán: Para que la caja de Pandora se abra sólo falta una palabra.

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