jueves, 28 de diciembre de 2006

TODOS TENEMOS ENVIDIA DE PENE

La envidia de pene fue catalogada por Freud como un trastorno psicológico propio de mujeres. Después llegó Woody Allen y dijo que él era el primer hombre que lo padecía. Tras una visita a la playa de Caños de Meca me he dado cuenta de que todos en mayor o menor medida tenemos una querencia a mirarnos el apéndice para la micción. Si esto no fuera así ¿por qué cuando saludo a un conocido en una playa nudista me mira siempre la entrepierna bajando la cabeza? ¿Por qué tengo la sensación de hacer el ridículo si llevo puesto el bañador? ¿Por qué aquel hombre de la verga descomunal juega a pegar saltos junto a su perro provocando un ostentoso movimiento involuntario de su pitón constrictor personal? ¡Cuántas preguntas y sólo una respuesta! ¡Todos padecemos envidia de pene sin duda! Recuerdo aquellos días de nudismo y naturaleza. Aquellas zambullidas en el agua y esas amigas que sólo llevaban sobre el cuerpo el parche anticonceptivo cerca de la ingle. ¡Qué gozo para la retina señores! Lo malo es que siempre pienso que no me voy a encontrar en la playa a nadie conocido. Y zas: te topas con un director general de algo o a algún extremeño o extremeña en bolas. ¿Y qué haces? ¿Darle la mano? (Al tío) ¿Darle un beso? (A la señora o señorita). La verdad, me siento muy violento y desearía que alguien me pintara la hojita de parra para tapar mis vergüenzas. ¿Hojita dije? No, el parral entero, que hay mucho que esconder. Refrán: Lo que se han de comer los gusanos que lo vean los cristianos.

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