jueves, 28 de diciembre de 2006

¡QUIERO ENTRAR EN EL ARMARIO!

Ahora que todo el mundo quiere salir del armario yo tengo curiosidad por entrar y ver qué queda todavía por allí dentro. Sólo por curiosidad periodística, ya me entienden. Debe parecerse mucho a visitar algún bar de ambiente de Cáceres un sábado por la noche. En estos bares cuando llega la hora feliz en vez de poner la cerveza más barata un barman con camiseta ajustada se empeña en dar un beso a los clientes. ¡Qué añoranzas de mi infancia en Sevilla y los camareros de tiza en la oreja, palillo en la boca y camisas llenas de churretes! ¡Qué tiempos!

--Oye pero tú a esos sitios no vas a rezar el rosario. Ya decía yo que esas cortinitas de rayas en tu casa me resultaban muy sospechosas...

No, yo voy invitado por un amigo que es del ambiente y con el que comparto mi afición por la biología marina. Lo que pasa es que hay que tener cuidado con la conversación.

--¿Sabes que los mejillones son los únicos moluscos bivalvos que cambian de sexo varias veces a lo largo de su vida?

--¡Uy, quién fuera mejillón!, dice mi amigo muy contento.
Lo cierto es que a pesar de las bodas homosexuales, de las campañas de integración y de tanta Biblia en verso seguimos --y yo me incluyo-- sin tratar con naturalidad y a veces discriminando de forma inconsciente a este colectivo por la única razón de amar de forma diferente. Por esa tontería. Sólo hay que darse una vuelta por Cánovas un sábado de madrugada para ver la tragedia de ser rechazado. Refrán: Todas las formas de amar son aceptables si nacen de un corazón amable.

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