jueves, 28 de diciembre de 2006

YO TAMBIÉN SOY UN CANALLA

Siempre que creo que he encontrado a la mujer de mi vida hay algo que lo estropea. A veces, cuando salgo de parranda, me siento como Woody Allen, de convidado de piedra en una fiesta de alguna exmujer. Para conquistar dicen que hacen falta habilidades sociales de las que carezco sin duda. Y mucho tiempo cacareando, hinchando el buche o berreando como los venados para que la hembra placentera se fije en tí y no en los 68 más que ya han iniciado el cortejo precópula. Por eso aquella noche hace años, cuando esa hermosa mujer de mirada verde y turbia se acercó agitando su cuerpo en la oscuridad del pub no daba crédito. Una camisola blanca, un minibolso azul de fieltro, unos vaqueros ajustados y una sonrisa que podría derretir a cualquier seminarista eran sus armas. Después vino el baile, la risa, el tabaco que se mezcla con el gintonic y los labios morados que saben a la flor de la ketama. Nos quedamos solos. Y ella me invitó a un oscuro callejón cerca de la calle doctor Fleming.
--Mira ahí tienes dos líneas. Una para tí y otra para mí, dijo señalando su espejito.
--¿Dos líneas? ¿De investigación? ¿Una apunta a ETA y otra también, como dice Zaplana? --Merluzo, apuntan a nuestras napias, es farlopa, corazón.
Y yo que mis únicas drogas son escribir, estar con los colegas y enamorarme de quien no debo, me conformé con disfrutar sólo de sus ojos. Y lo cuento años después, porque también tengo algo de canalla. Refrán: Otro amor que se me arruina, por cupla de la cocaína. ¡Ve voy pareciendo a Joaquín Sabina!

No hay comentarios: