jueves, 28 de diciembre de 2006

SOLO LAS GUAPAS VAN EN BICICLETA

¿Han visto alguna vez una mujer fea en bicicleta? Hagan memoria, por favor. Piensen en las grandes avenidas de esta ciudad o de otras ciudades. Yo siempre me he encandilado de las mujeres que montan en bici. Siempre me han parecido atractivas sólo por eso. No sé si será por el ejercicio, por el sol que les broncea el rostro, por la alegría de saberse ahorrando combustible, pero siempre tienen algo sublime en cada pedalada. Van, pasan a tu lado, se van como una exhalación. Quisiera invitarlas a un café, preguntarles por su vida, saber a dónde van. Nunca he visto a una mujer de las que monta en bicicleta en un bar o en una discoteca. Será que son muy cultas y pasan de esas vulgaridades. Yo sólo soy un peatón y conductor ocasional de un R11. Las veo en todas las ciudades por las que me pierdo. En Sevilla, hace menos de un mes, en la avenida de la Palmera, volví a embelesarme con una ciclista de camiseta de tirantes, piernas increíbles y culote ceñidísimo. Soy mundano, mortal y enamoradizo. Soy un pobre viandante que encuentra a su Beatriz en cada acera y busca su beso más allá de la muerte. Pero, en fin, mientras decido si comprarme una bicicleta o no, me decanto por pasear por las zonas de nueva construcción de la ciudad. Allí trato de rebajar paso a paso la lubina salvaje que me comí este verano. Realmente era salvaje, porque se apalancó en la tripa y no parece querer salir de ella. Quizá por eso las ciclistas ven mis lorzas y no aminoran la marcha. Refrán: Está buena la lubina, pero si engordas las ciclistas corren y ni te miran.

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